Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja
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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />
gigantesca, ataviado al modo <strong>de</strong> su país. Pero sigamos: ahora viene un capítulo lúgubre: el <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong>s señoras. “Señora sería se ofrece, para todo trabajo”… “Señora seria se ofrece para<br />
<strong>la</strong>van<strong>de</strong>ra”… “Señora formal, recién llegada, con un varoncito <strong>de</strong> 20 meses, se ofrece para<br />
mucama”… ¿No adivinan una historia <strong>de</strong> lágrimas <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> esas tres líneas? Y termino,<br />
sonriendo, a pesar mío: “Hombre formal <strong>de</strong>sea entrar en casa <strong>de</strong> sacerdote… sabe cocinar,<br />
ayudar a misa y <strong>de</strong>más quehaceres”…<br />
¡Exactísimo! Ayudar a misa es hoy un quehacer mecánico, y no sólo ayudar a misa, sino<br />
celebrar<strong>la</strong>. Se es sacerdote como se es cocinero. El culto ha <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser religioso; los actos<br />
comunes han perdido su significado i<strong>de</strong>al, su aureo<strong>la</strong> mística. Para el sirviente persuadido <strong>de</strong><br />
que su amo simboliza a Jesús, <strong>la</strong> domesticidad era un santo ejercicio, una reproducción<br />
continua <strong>de</strong> <strong>la</strong> escena en que <strong>la</strong> pecadora hume<strong>de</strong>ce con su l<strong>la</strong>nto los pies <strong>de</strong>l maestro y los<br />
enjuga con su cabellera. Cristo, más tar<strong>de</strong>, <strong>la</strong>va los pies <strong>de</strong> sus discípulos, porque todo <strong>la</strong>zo<br />
invisible es en el fondo una i<strong>de</strong>ntidad; los verda<strong>de</strong>ros cristianos, en su orgullo paradójico, se<br />
sentían más libres obe<strong>de</strong>ciendo que mandando, y Juan <strong>de</strong> Ávi<strong>la</strong> escribía a los aristócratas:<br />
“quien no entien<strong>de</strong> que tener criados es tener señores y tener a quien sufrir y por quien rogar,<br />
no sabe qué es tenerlos ni imita a nuestro Señor…” Todavía, en algunas cortes, en algunas<br />
gran<strong>de</strong>s casas, en algunos so<strong>la</strong>res hundidos en provi<strong>de</strong>ncias muertas, queda <strong>la</strong> anciana<br />
nodriza, el servidor venerable, “como <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia”, el sublime Chesnel <strong>de</strong> Balzac, últimos<br />
rastros <strong>de</strong> un mundo que se va, <strong>de</strong>stellos <strong>de</strong>l viejo espíritu que al <strong>de</strong>svanecer su bruma<br />
luminosa abandona al paria mo<strong>de</strong>rno a <strong>la</strong> feroz realidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> cocina oscura, pringue y humo,<br />
grasa fría, aguas sucias, cloaca <strong>de</strong> los felices, restos y sobras… Lo que allí se guisa y se<br />
a<strong>de</strong>reza es sobre todo el odio.<br />
Como el único dogma en circu<strong>la</strong>ción es el <strong>de</strong> <strong>la</strong> igualdad, <strong>la</strong> servidumbre se ha convertido en<br />
una ignominia. El criado se avergüenza <strong>de</strong> servir, y el amo <strong>de</strong> que le sirvan; ambos disimu<strong>la</strong>n,<br />
puesto que no pue<strong>de</strong>n evitarse, pero están <strong>de</strong> acuerdo en lo cruel <strong>de</strong> sus re<strong>la</strong>ciones. La ciencia<br />
nos sacará <strong>de</strong> un régimen que <strong>de</strong>grada los hogares. No concibo que no lo haya hecho aún;<br />
nuestros criados <strong>de</strong>ben ser <strong>la</strong>s máquinas. ¿Tan difícil es, en el estado actual <strong>de</strong> <strong>la</strong> industria,<br />
construir viviendas <strong>de</strong> cómoda oficina, don<strong>de</strong> el aire penetre por tubos en que se caliente, se<br />
enfríe o se <strong>de</strong>spoje <strong>de</strong>l polvo? ¿Los progresos <strong>de</strong> <strong>la</strong> calefacción eléctrica no conseguirían<br />
suprimir el salvaje horror <strong>de</strong> los hornillos? ¿Será nuestra química impotente a limpiar con<br />
economía y rapi<strong>de</strong>z los objetos <strong>de</strong> todo uso? Si los Edison quisieran consagrar al problema una<br />
partícu<strong>la</strong> <strong>de</strong> su genio, el servicio doméstico sería casi automático, entretenimiento breve y<br />
agradable, para <strong>la</strong>s señoras. Hemos aprendido a vo<strong>la</strong>r, y continuamos haciéndonos lustrar los<br />
botines por manos <strong>de</strong> niños.<br />
Supongo que los sindicatos <strong>de</strong> sirvientes precipitarán <strong>la</strong> solución. La servidumbre, en su forma<br />
actual, se volverá pronto absolutamente intolerable. Nos dolerá <strong>de</strong>masiado, y será un bien,<br />
porque no hay renovamiento sin dolor. Nos empieza a doler con exceso <strong>la</strong> supremacía <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
riqueza. Los ricos dominan más que nunca, pero cada vez les estimamos menos, y el dolor que<br />
nos causa esta fal<strong>la</strong> entre los valores físicos y los valores morales no es sino <strong>la</strong> inminencia <strong>de</strong><br />
una era más noble. La emancipación <strong>de</strong> los que anuncian en el “servicio doméstico ofrecido”<br />
será un episodio <strong>de</strong> <strong>la</strong> emancipación <strong>de</strong> nuestras almas.<br />
CONDECORACIONES<br />
Un diputado ha presentado a <strong>la</strong> cámara argentina un proyecto sobre con<strong>de</strong>coraciones. Se trata<br />
<strong>de</strong> un problema urgente. El ceremonial <strong>de</strong>l centenario ha puesto a <strong>la</strong> buena sociedad porteña<br />
en un extraño apuro. Se han distribuido mil<strong>la</strong>res <strong>de</strong> cruces, bandas, p<strong>la</strong>cas y <strong>de</strong>más bisutería <strong>de</strong><br />
que se han mostrado tan pródigos hoy los gobiernos extranjeros como los conquistadores, hace<br />
cuatrocientos años, <strong>de</strong> su pacotil<strong>la</strong> <strong>de</strong> cuentas <strong>de</strong> vidrio para seducir vanida<strong>de</strong>s autócratas.<br />
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