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Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />

Don Angel. – Cambio <strong>de</strong> autor. Unamuno, un español capaz <strong>de</strong> abstraer y <strong>de</strong> generalizar, otro<br />

fenómeno, al comentar el pasaje <strong>de</strong>l Quijote en que el héroe <strong>de</strong>sbarata <strong>la</strong>s figuras <strong>de</strong>l retablo <strong>de</strong><br />

Maese Pedro, suspira: “Un retablo hay en <strong>la</strong> capital <strong>de</strong> mi patria y <strong>la</strong> <strong>de</strong> don Quijote… y se<br />

mueve allí, en el par<strong>la</strong>mento, <strong>la</strong>s figuril<strong>la</strong>s <strong>de</strong> pasta, según <strong>la</strong>s tira <strong>de</strong> los hilos maese Pedro. Y<br />

hace falta que entre en él un loco caballero andante, y sin hacer caso <strong>de</strong> voces, <strong>de</strong>rribe,<br />

<strong>de</strong>scabece y estropee…”<br />

Don Tomás. – El retablo porteño ya se ha <strong>de</strong>rribado.<br />

Don Angel. – Y el público ha respirado. Ese público, reventado siempre, no es tono. Se<br />

pregunta: “¿Quién me revienta?”, y se respon<strong>de</strong>: “Fu<strong>la</strong>no <strong>de</strong> Tal”; lo que vale más preguntarse:<br />

“¿Quién me revienta?”, y respon<strong>de</strong>rse: “Una mayoría”. ¡Una mayoría! ¡La hidra acéfa<strong>la</strong> <strong>de</strong> cien<br />

tentáculos! Mejor se combate a una persona, por bien armada que esté, que una epi<strong>de</strong>mia<br />

legalizada.<br />

HARDEN-MOLTKE<br />

Don Angel. – Ese Har<strong>de</strong>n nos ha resultado un justiciero.<br />

Don Tomás. – Antes tenía otro oficio. Fue actor, y según se cuenta no le faltaban aptitu<strong>de</strong>s.<br />

Ahora es periodista. Hace justicia cuando en ello hay escándalo. El proceso Moltke habrá<br />

quintuplicado el tiraje <strong>de</strong> <strong>la</strong> Zukunft. Har<strong>de</strong>n es un buen periodista.<br />

Don Angel. – Ciertamente que para fulminar a los amigos <strong>de</strong>l emperador un Zo<strong>la</strong> sería<br />

preferible. La pluma <strong>de</strong> Har<strong>de</strong>n, por bien tal<strong>la</strong>da que esté, es <strong>de</strong>masiado alegre, <strong>de</strong>masiado<br />

frívo<strong>la</strong>. Pero no siempre tenemos Zo<strong>la</strong>s a mano. Lo importante es que se diga <strong>la</strong> verdad.<br />

Cualquier boca sirve.<br />

Don Tomás. – ¿Y qué es <strong>la</strong> verdad? Pi<strong>la</strong>tos dudó <strong>de</strong> <strong>la</strong> divinidad <strong>de</strong> Cristo. Renán, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

mil ochocientos años, dudó también. Esto es para <strong>de</strong>sanimar a los hijos <strong>de</strong> Dios. En cambio, <strong>la</strong><br />

crítica favorece a los criminales. El método cartesiano salvó a Dreyfus. Los historiadores están<br />

muy ocupados en rehabilitar a Tiberio. ¡Sí, querido don Angel! Tácito es un panfletista audaz,<br />

una especie <strong>de</strong> Har<strong>de</strong>n. ¡Revisión, revisión continua! El con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Moltke volverá tal vez <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Is<strong>la</strong> <strong>de</strong>l Diablo. Admito, sin embargo, que ha cometido un funesto crimen. Ha imitado a<br />

Sócrates.<br />

Don Angel. – ¡Caramba, don Tomás! ¿Toleraría usted el… <strong>la</strong>…?<br />

Don Tomás. – ¿La homosexualidad? Y usted, ¿tolera a los variolosos, a los apestados? ¿Los<br />

entrega usted a los tribunales? Antes se quemaba a los histéricos. Se les l<strong>la</strong>maba brujos. Ahora<br />

se con<strong>de</strong>na a los Oscar Wil<strong>de</strong> a trabajos forzados. Con <strong>la</strong> diferencia <strong>de</strong> que los homosexuales<br />

no son excesivamente contagiosos. La ciencia…<br />

Don Angel. – ¡Ya salió <strong>la</strong> ciencia!<br />

Don Tomás. – Si no tenemos otra cosa…<br />

Don Angel. – Hay hechos científicos y hechos que no lo son. He aquí lo que no le puedo meter<br />

a usted en <strong>la</strong> cabeza. ¿Cree usted que <strong>la</strong> repugnancia suprema, fatídica, que nos inspiran los<br />

invertidos, no es un dato legítimo, tan legítimo como sus famosos datos <strong>de</strong> <strong>la</strong>boratorio o <strong>de</strong><br />

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