Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja
Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja
Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />
Don Angel. – ¿No les parece a uste<strong>de</strong>s anacrónica <strong>la</strong> costumbre <strong>de</strong> que los altos funcionarios<br />
presten juramento?<br />
Don Justo. – La <strong>de</strong>mocracia ha vulgarizado <strong>de</strong> tal modo <strong>la</strong> misión <strong>de</strong> gobernar, que un<br />
presi<strong>de</strong>nte o un ministro es consi<strong>de</strong>rado semejante a los <strong>de</strong>más hombres. Cualquier repórter <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong> prensa opositora insulta libremente al jefe <strong>de</strong> <strong>la</strong> patria. Un mozo <strong>de</strong> café, sin otro riesgo que<br />
algunos meses <strong>de</strong> cárcel, tira <strong>de</strong> <strong>la</strong> barba a Mr. Fallières. Hemos perdido el respeto a <strong>la</strong>s cosas<br />
más serias.<br />
Don Angel. – Es que ya no son serias. Pero siga usted.<br />
Don Justo. – ¿Por qué no conservar siquiera un simu<strong>la</strong>cro <strong>de</strong> solemnidad a ciertas ceremonias?<br />
Y con esto hay funcionarios que creen en Dios. ¿Por qué no admitir, en provecho común, el<br />
compromiso total <strong>de</strong> sus conciencias?<br />
Don Tomás. – Sería mejor que nos bastara su pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> caballero.<br />
Don Angel. – ¿Y qué pensar <strong>de</strong> los que <strong>de</strong>butan con <strong>la</strong> farsa <strong>de</strong> jurar sin creer?<br />
Don Tomás. – Cuando una farsa es solemne, vale como una verdad.<br />
Don Justo. – Evi<strong>de</strong>ntemente. ¿Qué le importa al fiel <strong>de</strong> rodil<strong>la</strong>s en el templo si el sacerdote que<br />
alza <strong>la</strong> hostia es sacrílego o no? No es <strong>la</strong> verdad lo que mueve el mundo, sino <strong>la</strong> fe. Mientras<br />
tengamos fe en una mentira no es tal mentira. Es una realidad que obra y triunfa. La cuestión<br />
no está en si Dios existe o no existe. ¿Existe nuestra fe? He aquí el problema. Nuestra fe crea a<br />
Dios; nuestro <strong>de</strong>screimiento lo mata. Ante <strong>la</strong> ciencia, lo religioso no se pue<strong>de</strong> p<strong>la</strong>ntear ni<br />
enunciar; no tiene sentido.<br />
Don Tomás. – Jamás nuestro análisis separará a Dios <strong>de</strong>l Diablo en <strong>la</strong> naturaleza.<br />
Don Angel. – No nos remontemos así, bajemos a los altos funcionarios. No veo <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong><br />
que prometan nada, con ritual o sin él. Si se les ha nombrado, es porque inspiraban confianza<br />
suficiente.<br />
Don Tomás. – Se trata <strong>de</strong> una manía general, antigua y po<strong>de</strong>rosa, <strong>la</strong> <strong>de</strong> congraciarse con los<br />
dioses, <strong>la</strong> <strong>de</strong> sobornarlos para que por lo menos nos <strong>de</strong>jen tranquilos. El juramento<br />
administrativo es una <strong>de</strong> <strong>la</strong>s mil formas <strong>de</strong> sacrificio propiciatorio. El padre bautiza al hijo, <strong>la</strong><br />
doncel<strong>la</strong> pi<strong>de</strong> novio al santo, el cura se encarga <strong>de</strong> ben<strong>de</strong>cir recién casados, <strong>la</strong>nchas<br />
pescadoras, acorazados, boliches nuevos, primera piedra <strong>de</strong> pa<strong>la</strong>cios, hospitales, presidios y<br />
puentes; se sacramentan sanos, moribundos y muertos; se consagran hasta los patíbulos. No<br />
hay negocio <strong>de</strong>l que no <strong>de</strong>mos aviso a <strong>la</strong>s alturas, pagando <strong>la</strong> estampil<strong>la</strong>. La más sórdida<br />
cortesana tendrá una medal<strong>la</strong>, un fetiche, una cába<strong>la</strong>, una jacu<strong>la</strong>toria para atraer clientes; el<br />
salteador <strong>de</strong> caminos suplica a <strong>la</strong> Virgen que se acuer<strong>de</strong> <strong>de</strong> él, y le envíe un rico viajero a quien<br />
<strong>de</strong>svalijar. El Todopo<strong>de</strong>roso permite los crímenes; aprovechémonos. ¿Quién no estrena el día<br />
rec<strong>la</strong>mando misericordia al <strong>de</strong>stino? ¿Qué ateo no dirige constantemente invocaciones vagas al<br />
azar? Y si fuéramos más sabios usaríamos todas <strong>la</strong>s religiones, l<strong>la</strong>maríamos a todas <strong>la</strong>s<br />
puertas, rogaríamos a <strong>la</strong> vez a Cristo, a Mahoma, a Buda, a Confucio, a los últimos ídolos <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />
Polinesia y <strong>de</strong> África. No hay precaución que sobre.<br />
Don Justo. – El juramento <strong>de</strong> los altos funcionarios es útil, moralizador. ¿Ha oído usted que<br />
hayan fal<strong>la</strong>do nunca a él? ¿Qué presi<strong>de</strong>nte, qué ministro olvidó su sagrada promesa? ¿Qué<br />
director general se ha fugado con los fondos? Ninguno. ¿Por qué juró ser honrado. Esto es<br />
irrebatible.<br />
88