Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja
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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />
correcto ciudadano sin practicar el espionaje, y que en una época en que se paga tan bien <strong>la</strong><br />
bajeza <strong>de</strong> alma se persiga sin piedad a <strong>la</strong>s personas <strong>de</strong>masiado <strong>de</strong>centes. Lo cómico <strong>de</strong>l<br />
negocio es que si Nakens hubiera <strong>de</strong>nunciado a Morral, éste hubiera quizá prolongado su<br />
interesante existencia algunos meses más, los <strong>de</strong>l proceso. Por otra parte Morral sólo era<br />
culpable <strong>de</strong> tentativa <strong>de</strong> asesinato. Su mo<strong>de</strong>sta y única intención era <strong>la</strong> <strong>de</strong> matar al rey. No<br />
pensó un momento en <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más víctimas <strong>de</strong> <strong>la</strong> bomba. Estos apreciables miembros <strong>de</strong>l séquito<br />
real perecieron por puro acci<strong>de</strong>nte, por equivocación. Su suerte se asemeja a <strong>la</strong> <strong>de</strong> los<br />
enterrados por el terremoto <strong>de</strong> <strong>la</strong> Martinica.<br />
Deseaba conversar <strong>de</strong>l asunto con Alberico, el grandioso y diminuto. Alberico, que estaba<br />
cabalmente con éxtasis. Su postura, en efecto, era propia <strong>de</strong> <strong>la</strong> meditación al tradicional estilo<br />
indio. Según aconseja Patandjali, estaba “sentado, con <strong>la</strong> columna vertebral y <strong>la</strong> cabeza recta,<br />
<strong>de</strong> modo que <strong>la</strong> respiración sea cómoda y <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones entre <strong>la</strong> médu<strong>la</strong> espinal estén bien<br />
establecidas”. Con <strong>la</strong> diferencia <strong>de</strong> que Patandjali habría tomado probablemente el método <strong>de</strong><br />
los a-imdlis, mientras que Alberico lo heredaba por vía legítima. Arranqué a mi amigo <strong>de</strong> sus<br />
contemp<strong>la</strong>ciones, y me propuse ponerle en los antece<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>l affaire Nakens, a lo que se<br />
prestó con gusto. Su paciencia conmigo es incansable. Hay en el<strong>la</strong> algo <strong>de</strong> paternal. Después<br />
<strong>de</strong> todo, ¿no soy uno <strong>de</strong> los fallidos <strong>de</strong>scendientes <strong>de</strong> su raza? Debo <strong>de</strong> ser para él un nieto<br />
atento y tratable, capaz <strong>de</strong> recibir, aunque sin compren<strong>de</strong>r<strong>la</strong>s a fondo, <strong>la</strong>s simbólicas doctrinas<br />
<strong>de</strong> una sabiduría trascen<strong>de</strong>ntal.<br />
Tardé tres horas en hacerle enten<strong>de</strong>r lo que son leyes y jueces. Noté que lo que se oponía a<br />
ello era en primer lugar su inteligencia propia; el pobre Alberico luchaba con lo absurdo.<br />
Admitidos por fin los jueces como hecho, nuevas dificulta<strong>de</strong>s se presentaron.<br />
Alberico. – Es manía curiosa esa que tienen <strong>de</strong> confrontar <strong>la</strong>s acciones individuales con una<br />
serie <strong>de</strong> antiguos documentos que l<strong>la</strong>mas leyes, y es notable que haya quien se ocupe<br />
sistemáticamente en <strong>la</strong>bor tan inútil y fastidiosa. Una ley escrita, y sobre todo escrita en el<br />
lenguaje falso y paupérrimo que hab<strong>la</strong>s, ¿qué tiene <strong>de</strong> común con el mundo sintético, inmedible,<br />
misterioso, que se encierra en el menor acto humano? Perdónese tal paralelo en calidad <strong>de</strong><br />
entretenimiento sandio, <strong>de</strong> juego <strong>de</strong> niños ociosos.<br />
Yo. – Es que los jueces, interpretando <strong>la</strong> ley, pasan <strong>de</strong> <strong>la</strong> teoría a <strong>la</strong> acción. Absuelven o<br />
castigan.<br />
Alberico. – ¿Se atreven a obrar? Ya es disparatado <strong>de</strong> por sí que <strong>la</strong>s leyes existan, pero que se<br />
cump<strong>la</strong>n es monstruoso. ¡Cómo! ¿El juez, en una cuestión que no le importa personalmente, y<br />
sin per<strong>de</strong>r <strong>la</strong> ridícu<strong>la</strong> tranquilidad <strong>de</strong> su conciencia, se arriesga a herir a un semejante, o lo que<br />
es peor, a un extraño? ¿Por qué le dan copiado un papel viejo, se figura saber lo que pasa<br />
<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> un cráneo? ¿Se cree Dios? No; no es tan osado Dios mismo. Si tienes algún juez a tu<br />
disposición, tráemelo; no me prives <strong>de</strong>l p<strong>la</strong>cer <strong>de</strong> examinarlo. Dices que castigan, que les echan<br />
<strong>de</strong> comer para que castiguen. ¿De qué manera castigan?<br />
Yo. – Quitan <strong>la</strong> libertad, a veces <strong>la</strong> vida.<br />
Alberico. – Quitan <strong>la</strong> libertad, envenenando y agotando los espíritus. Quitan <strong>la</strong> vida: no vaci<strong>la</strong>n<br />
en <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nar sobre un alma incógnita el majestuoso espanto <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte; no vaci<strong>la</strong>n en<br />
golpear a <strong>la</strong>s más altas y negras puertas <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino. Y esos jueces que matan, ¿duermen? Y<br />
matan, no en virtud <strong>de</strong> una pasión, <strong>de</strong> una locura, <strong>de</strong> una realidad cualquiera, sino en virtud <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong> vaciedad misma, en virtud <strong>de</strong> un razonamiento. He visto <strong>de</strong> lejos sus guerras, les he visto<br />
<strong>de</strong>gol<strong>la</strong>rse, quemarse vivos; lo hacían en el <strong>de</strong>lirio <strong>de</strong> su ser. Lo que me reve<strong>la</strong>s ahora es<br />
mucho más terrible; es una guerra fría y vil que ningún animal conoce.<br />
Yo. – (Contrariado). Sin embargo, hay que <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> los que atentan contra <strong>la</strong> sociedad.<br />
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