26.04.2013 Views

Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />

y <strong>la</strong> encontraran en el <strong>la</strong>boratorio <strong>de</strong>l médico tan entera como en el <strong>la</strong>boratorio <strong>de</strong>l envenenador.<br />

Si se ha perfeccionado <strong>la</strong> matanza internacional, ¿por qué no se perfeccionaría <strong>la</strong> <strong>de</strong>lincuencia,<br />

que es una especie <strong>de</strong> militarismo c<strong>la</strong>n<strong>de</strong>stino? Esos tubos <strong>de</strong> suero son interesantes por<br />

marchar una novedad fecunda en <strong>la</strong> técnica <strong>de</strong>structora. Un tóxico químico, lo mismo que una<br />

mezc<strong>la</strong> explosiva, se consumen en sus propios efectos. Pero el microbio se propaga y crece al<br />

obrar. Se multiplica al gastarse. Es un tóxico que renace <strong>de</strong> sí hasta lo infinito. Una inyección<br />

promete una epi<strong>de</strong>mia, y <strong>la</strong> realiza acaso. ¡Nunca el <strong>de</strong>monio fue tan fuerte! Dispone <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida:<br />

no son los muertos los que amenazan, sino <strong>la</strong>s semil<strong>la</strong>s insaciables <strong>de</strong> una fauna que no<br />

adivinamos. Tal vez sueña el microbio con apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong>l mundo. Mientras <strong>la</strong> ciencia nos<br />

<strong>de</strong>fendió, era <strong>de</strong> esperar nuestra victoria. Ahora que <strong>la</strong> ciencia nos ataca con <strong>la</strong>s manos hábiles<br />

<strong>de</strong>l crimen, todas <strong>la</strong>s dudas se justifican. Un loco lleva bajo su manto con qué vo<strong>la</strong>r un barrio.<br />

Mañana, cuando hayamos contenido en inmensos <strong>de</strong>pósitos <strong>de</strong> <strong>la</strong> electricidad, un loco tocará<br />

una l<strong>la</strong>ve y fulminará media provincia. Cuando hayamos aumentado por el cultivo <strong>la</strong> virulencia<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s bacterias, un loco, con un gesto, infestará una nación. Destruir es sencillo. La humanidad<br />

camina inerme, y <strong>de</strong> sus posibilida<strong>de</strong>s futuras el suicidio es <strong>la</strong> más fácil. Nuestra ciencia,<br />

prematuramente excesiva, es un riesgo enorme. Somos niños <strong>de</strong> cuatro años, jugando con un<br />

rifle. El criminal y el loco están ahí; son nuestros <strong>de</strong>dos nerviosos o distraídos, <strong>la</strong> probabilidad<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> catástrofe; son <strong>la</strong> rendija que no nos es posible tapar por completo, y por don<strong>de</strong> el caos<br />

nos acecha, aguardando el instante <strong>de</strong> echarnos a pique, para siempre, en sus entrañas<br />

tenebrosas.<br />

SINIESTRO<br />

En 1908, los ferrocarriles <strong>de</strong> los Estados Unidos hirieron a 68.989 personas y mataron a 3764,<br />

lo que fue una mejora sobre 1907, en que hubo 72.285 heridos y 5000 muertos. Supongo que<br />

1909, a juzgar por los frecuentes telegramas <strong>de</strong> catástrofes, habrá sido todavía peor.<br />

Descartemos <strong>la</strong> incompetencia <strong>de</strong> los empleados superiores, y <strong>la</strong> incompetencia y el<br />

surmenage <strong>de</strong> los inferiores; siempre quedará, sea <strong>la</strong> que sea <strong>la</strong> perfección <strong>de</strong> los cerebros y <strong>de</strong><br />

los mecanismos, un germen rebel<strong>de</strong> y <strong>de</strong>sastroso, inextirpable <strong>de</strong>l mundo civilizado; siempre<br />

estaremos expuestos a que nuestros esc<strong>la</strong>vos <strong>de</strong> metal enloquezcan <strong>de</strong> pronto y nos asesinen.<br />

Lo complejo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s máquinas, su número y su enca<strong>de</strong>namiento multiplican <strong>la</strong>s probabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

fal<strong>la</strong> que hay en cada una. Por mucha que sea <strong>la</strong> precisión <strong>de</strong> nuestros aparatos, lo que no<br />

suce<strong>de</strong> hoy suce<strong>de</strong>rá mañana, o el año que viene, o el siglo que viene. Lo posible es inevitable,<br />

porque “es una parte <strong>de</strong> lo real”. El tiempo nos traerá tar<strong>de</strong> o temprano lo posible, y tal vez lo<br />

imposible. Y ¿cómo vivir sin máquinas? Imaginen que un Dios vivisector obligara al hombre a<br />

conservar su ciencia y su genio, pero a <strong>de</strong>struir sus máquinas y no construir otras… ¡El hombre<br />

mo<strong>de</strong>rno reducido a sus músculos, a <strong>la</strong> rama <strong>de</strong>sgajada que empuña el gori<strong>la</strong>!... ¿Habrá<br />

suplicio comparable al <strong>de</strong> este Prometeo muti<strong>la</strong>do? Muti<strong>la</strong>do, sí; <strong>la</strong>s máquinas son nuestros<br />

órganos recientes, <strong>la</strong>s últimas prolongaciones <strong>de</strong> nuestro ser; nos han salido ojos nuevos que<br />

ven astros y microbios antes invisibles y archivan <strong>la</strong>s imágenes en <strong>la</strong> retina fotográfica; nos han<br />

salido pulmones y pies nuevos, y a<strong>la</strong>s, con que nos transportamos a inesperadas velocida<strong>de</strong>s;<br />

nuestros nervios se han a<strong>la</strong>rgado y ramificado en una red sutil que envuelve a <strong>la</strong> tierra. Órganos<br />

que no son <strong>de</strong> carne, y sin embargo más nuestros que nuestros brazos y nuestros <strong>de</strong>dos<br />

-¡también los tiene el mono!-; más nuestros, puesto que son <strong>de</strong>scendientes más genuinos <strong>de</strong><br />

nuestro espíritu. Pero órganos inquietantes, separados <strong>de</strong> nosotros, formas con ten<strong>de</strong>ncia a <strong>la</strong><br />

autonomía, a <strong>la</strong> reproducción… <strong>la</strong>s máquinas se hacen a máquina. Daniel Berthelot, cuando<br />

<strong>de</strong>scribe <strong>la</strong> usina <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sociedad <strong>de</strong> Electricidad <strong>de</strong> Saint-Denis, nos <strong>de</strong>ja vislumbrar el futuro:<br />

aquel<strong>la</strong> “enorme nave en que se divisan, como perdidos, un obrero o dos que silenciosamente<br />

dan vuelta a un tornillo o mueven una manija”, estará entonces so<strong>la</strong> lo mismo que un batallón<br />

<strong>de</strong> colosales relojes con cuerda para una semieternidad. Habrá ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> máquinas; crecerá<br />

149

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!