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Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />

una <strong>de</strong>voción familiar. Durará lo que duran <strong>la</strong>s manías supersticiosas, eternida<strong>de</strong>s, y reve<strong>la</strong> al<br />

menos perspicaz <strong>la</strong> endiab<strong>la</strong>da levadura <strong>de</strong> nuestro espíritu.<br />

TIROS EN EL PARAGUAY<br />

Habito una estancia en tierra paraguaya, no lejos <strong>de</strong>l ancho Paraná. Este bello <strong>de</strong>sierto no está,<br />

como podría esperarse, al abrigo <strong>de</strong> <strong>la</strong> política. Aquí, también <strong>la</strong>te el atroz problema <strong>de</strong> los<br />

azules y los colorados. Se parecen tanto unos a otros los partidos, que <strong>la</strong> única manera <strong>de</strong><br />

distinguirlos es ponerles un color. Así, se distinguen <strong>la</strong>s piezas <strong>de</strong> los adversarios en el juego <strong>de</strong><br />

damas o en el ajedrez. Los hombres se atan al cuello un pañuelo celeste o rojo, con lo cual se<br />

ahorran juiciosamente <strong>la</strong> molestia <strong>de</strong> inventar un programa. Para ser exacto, añadiré que los<br />

azules o liberales se han subdividido en dos ramas, “cívicos” y “radicales”. Los radicales están<br />

en el po<strong>de</strong>r. Echaron en julio <strong>de</strong> 1908, por un golpe militar, a los cívicos, que habían echado a<br />

los colorados por <strong>la</strong> revolución <strong>de</strong> 1904. La existencia <strong>de</strong> los partidos y su ten<strong>de</strong>ncia a<br />

ramificarse obe<strong>de</strong>ce, en el Paraguay, lo mismo que en Ing<strong>la</strong>terra, a que el presupuesto no da<br />

para todos. Los que no comen <strong>de</strong>l Estado sienten ar<strong>de</strong>r el patriotismo en sus venas, y se <strong>la</strong>nzan<br />

a <strong>la</strong> lucha. En los países pobres, sin comercio ni industrias, los jóvenes instruidos no tienen más<br />

carrera que <strong>la</strong> política, equivalente a conspiración y matanza, don<strong>de</strong> los pob<strong>la</strong>dores no están<br />

unidos al suelo por <strong>la</strong>s raíces <strong>de</strong> <strong>la</strong> riqueza, y don<strong>de</strong> es fácil arrearles y hacerles aceptar <strong>la</strong> vida<br />

vagabunda y ecuestre <strong>de</strong> revolucionarios criollos. En los civilizados, don<strong>de</strong> <strong>la</strong> gente funcionaria<br />

o aspirante a serlo forma una insignificante minoría frente a los nudos <strong>de</strong> <strong>la</strong> vasta y rígida<br />

urdimbre económica; en los países don<strong>de</strong> no manda ya el hierro, sino el oro, <strong>la</strong> guerra<br />

partidista, preñada <strong>de</strong> iguales odios, se reduce a <strong>la</strong> locuacidad par<strong>la</strong>mentaria, lo que, sin duda,<br />

es preferible, aunque menos pintoresco, menos cargado <strong>de</strong> matiz local.<br />

Los colorados, pues, con el sano propósito <strong>de</strong> arrojar <strong>de</strong>l Gobierno a los radicales, se habían<br />

preparado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace muchos meses en su <strong>de</strong>stierro <strong>de</strong>l Brasil y <strong>de</strong> <strong>la</strong> Argentina. Las dos<br />

gran<strong>de</strong>s naciones creen aún, quizá, que su gran<strong>de</strong>za nace <strong>de</strong>l rebajamiento ajeno. Y, víctimas<br />

<strong>de</strong> tan noble ilusión, favorecen maternalmente <strong>la</strong>s invasiones subversivas <strong>de</strong>l Paraguay,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberlo arrasado en 1869. Con idéntico entusiasmo ayuda hoy <strong>la</strong> Argentina a los<br />

colorados que en 1904 a los cívicos (azules <strong>de</strong> <strong>la</strong> primera remesa). De Corrientes pasaron a <strong>la</strong><br />

próxima oril<strong>la</strong> partidas armadas, y el 8 se nos presentaron en <strong>la</strong>s estancias veinte infelices,<br />

montados en escuálidas cabalgaduras, provistos <strong>de</strong> fusiles <strong>de</strong> diferentes marcas, calzando<br />

espue<strong>la</strong> sobre el pie <strong>de</strong>snudo, y al mando <strong>de</strong> un apacible <strong>la</strong>briego que nos habló <strong>de</strong> humanidad<br />

y <strong>de</strong> regeneración. Por <strong>de</strong> pronto se llevaron los caballos que quisieron, luego <strong>de</strong> aturdirnos con<br />

<strong>la</strong>s noticias siguientes: que el general Caballero había convenido con todas <strong>la</strong>s potencias <strong>la</strong><br />

entrega <strong>de</strong> los azules que asi<strong>la</strong>ran en <strong>la</strong>s legaciones; que el presi<strong>de</strong>nte Roca quitaba <strong>la</strong>s armas<br />

a los cívicos -que también conspiran- para obsequiar con el<strong>la</strong>s a los colorados; que pronto un<br />

acorazado atacaría a Humanitá, y que dos yanquis fabricaban en Corrientes dinamita sin cesar.<br />

La mayor parte <strong>de</strong> los campesinos <strong>de</strong> estos contornos huyeron a los montes. Varios se han<br />

unido a los revolucionarios, por vengarse <strong>de</strong> <strong>la</strong>s palizas que reciben <strong>de</strong> los jefes políticos en<br />

tiempo <strong>de</strong> paz, y otros fueron <strong>de</strong>tenidos y reclutados por fuerza, exactamente lo mismo que si<br />

se tratara <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r <strong>la</strong> patria. Empezaron por matar tres vacas liberales y comérse<strong>la</strong>s. El 14<br />

aparecieron <strong>la</strong>s tropas gubernistas. Ahora son ellos los que se llevan a cada momento los<br />

caballos y nuestras reses. Hemos oído, a <strong>la</strong>rga distancia, los tiros <strong>de</strong> Gras y <strong>de</strong> Máuser:<br />

estampidos sordos y lúgubres, semejantes a leves palmaditas en tierra mojada, signos <strong>de</strong><br />

muerte, empapados como en l<strong>la</strong>nto, por <strong>la</strong> mañana lluviosa. La noche <strong>de</strong>l 15 fue <strong>de</strong> terrible<br />

tempestad. El huracán arrancaba a los altos árboles los nidos <strong>de</strong> <strong>la</strong> primavera. Un diluvio<br />

continuo se <strong>de</strong>splomaba sobre el mundo, al fulgor palpitante <strong>de</strong> los rayos. Los heridos se<br />

<strong>de</strong>sangraban en los esteros, los cadáveres dormían en <strong>la</strong> hierba, <strong>de</strong> cara al infinito, <strong>la</strong>s madres<br />

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