Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja
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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />
señal nuestra sería capaz <strong>de</strong> sacrificar su propia prole. Yo <strong>de</strong>jaría con gusto escapar algunos<br />
supuestos <strong>de</strong>lincuentes con tal <strong>de</strong> no turbar y corromper el corazón <strong>de</strong>l perro.<br />
Vean qué formidables reve<strong>la</strong>ciones para él: hay hombres buenos y hombres malos, es <strong>de</strong>cir,<br />
dioses buenos y dioses malos. Es preciso rastrear y acosar a los malos, para lo cual es forzoso<br />
comenzar por distinguirlos. Reducido a su olfato, el perro los distingue por el olor. Su hocico es<br />
juez. Hay efluvios honrados y efluvios criminales. Hay un código <strong>de</strong> emanaciones. Los miasmas<br />
<strong>de</strong>l vicio y el aroma <strong>de</strong> <strong>la</strong> virtud han cesado <strong>de</strong> ser una metáfora. ¡Oh penalistas, oh<br />
magistrados, si vaci<strong>la</strong>n en avaluar <strong>la</strong> responsabilidad <strong>de</strong>l reo, si se hal<strong>la</strong>n frente a un caso difícil<br />
y sienten que sus narices son <strong>de</strong>masiado cortas, citen como perito inape<strong>la</strong>ble al pastor belga,<br />
reeducado en <strong>la</strong>s comisarías, y ruéguenle que olfatee a su cliente! Si el perro se enoja, griten:<br />
¡macte!, y vuelvan su pulgar hacia abajo. Man<strong>de</strong>n <strong>de</strong>spués, sin escrúpulos, montar <strong>la</strong> guillotina.<br />
Acaso el perro nos suministre ese criterio objetivo <strong>de</strong>l mal y <strong>de</strong>l bien, ese soporte material <strong>de</strong><br />
que tan necesitada está nuestra conciencia. Cuando se <strong>de</strong>muestre, aunque por intermedio <strong>de</strong><br />
un can, que el asesino no huele como su víctima, se nos habrá quitado un peso enorme <strong>de</strong><br />
encima. No sabemos, en efecto, lo que significa <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra asesino. ¿Se pue<strong>de</strong> ser asesino<br />
mientras no se mata? Entonces cualquiera <strong>de</strong> nosotros sería un asesino -y quizá lo sea-. ¿Qué<br />
diferencia existe entre el que no mató nunca y el que ha matado ya? Ningún sabio, por<br />
minucioso que fuera su examen, sería capaz <strong>de</strong> averiguarlo. El que mató recuerda que ha<br />
matado, y eso es todo. ¿Qué le caracteriza, qué castigan en él, sino el recuerdo <strong>de</strong> su crimen?<br />
Acabó <strong>de</strong> matar, y acabó su carácter y su culpa, puesto que asesino es el que mata. Un asesino<br />
justiciable <strong>de</strong>bería matar continuamente, como un objeto negro es continuamente negro.<br />
Consi<strong>de</strong>ren, pues, <strong>la</strong> importancia <strong>de</strong>l perro policial. Hoy se le amaestra, mañana amaestrará a<br />
sus profesores. Constituirá, por su actitud ante los acusados, el reactivo <strong>de</strong>l <strong>de</strong>lito, como el<br />
conejo <strong>de</strong> Indias constituye el reactivo biológico <strong>de</strong> <strong>la</strong> tuberculosis.<br />
La policía, a cuyo servicio está <strong>la</strong> mayor parte <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ciencias, utiliza ahora el intestino animal, y<br />
se incorpora <strong>la</strong>boratorios don<strong>de</strong> prepara diversos cuadrúpedos. Tal vez encargue elefantes para<br />
disolver manifestaciones callejeras. Entretanto, <strong>la</strong> criminalidad crece infatigablemente.<br />
Felicitémonos <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo armónico <strong>de</strong> todas nuestras activida<strong>de</strong>s.<br />
DACTILOSCOPIA<br />
Cada uno <strong>de</strong> nosotros lleva en <strong>la</strong>s yemas <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos, bajo <strong>la</strong> apariencia <strong>de</strong> finísimas curvas<br />
parale<strong>la</strong>s o confluentes, arcos, óvalos, espirales, círculos concéntricos, el dibujo misterioso y<br />
único que le <strong>de</strong>signa para siempre, el sello que le separa y le aís<strong>la</strong> <strong>de</strong> sus hermanos y <strong>de</strong> todos<br />
los seres <strong>de</strong>l universo. Si Novalis <strong>la</strong>s hubiera examinado, habría <strong>de</strong> seguro reconocido en el<strong>la</strong>s<br />
“<strong>la</strong> gran escritura cifrada que se encuentra en todas partes: sobre <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>s, sobre <strong>la</strong> cáscara <strong>de</strong><br />
los huevos, en <strong>la</strong>s nubes, en <strong>la</strong> nieve, en los cristales, en <strong>la</strong>s formas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s rocas, sobre <strong>la</strong>s<br />
aguas conge<strong>la</strong>das, en el interior y en el exterior <strong>de</strong> <strong>la</strong>s montañas, <strong>de</strong> <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas, <strong>de</strong> los<br />
animales, <strong>de</strong> los hombres; sobre los discos <strong>de</strong> vidrio y <strong>de</strong> pez cuando se les frota y se les junta,<br />
en <strong>la</strong>s limaduras que ro<strong>de</strong>an el imán y en <strong>la</strong>s entrañas conjeturas <strong>de</strong>l azar…”. No hemos<br />
<strong>de</strong>scifrado por cierto los arabescos digitales, pero sabemos que varían <strong>de</strong> una raza a otra y <strong>de</strong><br />
un individuo cualquiera a otro, con <strong>la</strong> misma libertad impenetrable que <strong>de</strong> <strong>la</strong> madre al hijo, o <strong>de</strong><br />
un <strong>de</strong>do al siguiente. Sólo son fieles a <strong>la</strong> mano que seña<strong>la</strong>n. No hay po<strong>de</strong>r en <strong>la</strong> tierra que<br />
pueda falsificar esa firma grabada en nuestra piel. Es inmutable. Es in<strong>de</strong>leble. No se borra sin<br />
muti<strong>la</strong>rnos. A. Ivert cita el caso <strong>de</strong> un reinci<strong>de</strong>nte que para evitar <strong>la</strong> comprobación dactiloscópica<br />
metió <strong>la</strong>s manos en agua hirviendo. Se curó y se hal<strong>la</strong>ron sus impresiones digitales idénticas a<br />
lo que habían sido. El doctor Locard se ha quemado con aceite, con un hierro hecho ascua; su<br />
<strong>de</strong>rmis, al sanarse, reprodujo <strong>la</strong>s figuras antiguas. Tres meses antes <strong>de</strong> nacer, estamos ya<br />
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