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Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

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A<strong>de</strong><strong>la</strong>. – (Llorando casi). Le huele el aliento…<br />

“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />

Don Tomás. – Sí, hija mía, le huele el aliento, hija sana, hermosura mía. ¿Qué le vamos a<br />

hacer? ¡No les po<strong>de</strong>mos impedir que respiren!<br />

LA REJA<br />

Reja <strong>de</strong> una ventana baja. Dentro, <strong>la</strong> niña; fuera, el galán. Dos <strong>de</strong> <strong>la</strong> madrugada.<br />

Él. – ¡Por fin!... Te espero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace mil años.<br />

A<strong>de</strong><strong>la</strong>. – Cál<strong>la</strong>te por Dios. Estoy muerta <strong>de</strong> miedo.<br />

Él. – ¿Duermen?<br />

A<strong>de</strong><strong>la</strong>. – Cál<strong>la</strong>te. Creo que duermen. Mamá, <strong>de</strong> seguro. ¿No <strong>la</strong> oyes roncar?<br />

Él. – Parece un tigre.<br />

A<strong>de</strong><strong>la</strong>. – ¡Chit! Papá, el pobre, suele estudiar hasta muy tar<strong>de</strong>. Si sospechara algo…<br />

Él. – ¡Don Tomás es tan bueno!<br />

A<strong>de</strong><strong>la</strong>. – Te digo que hables bajo. No es su severidad lo que me aterraría, sino su pena.<br />

Él. – Es médico y se explicará estas cosas.<br />

A<strong>de</strong><strong>la</strong>. – No te rías, malvado. ¡Ay! Nunca me creí tan valiente, tan ma<strong>la</strong>. Es <strong>la</strong> primera vez que<br />

hago esto.<br />

Él. – Nos iremos acostumbrando, <strong>de</strong>liciosa mía.<br />

A<strong>de</strong><strong>la</strong>. – Te vuelves a reír, y me enseñas esos dientes b<strong>la</strong>ncos que tanto me gustan. ¡Qué<br />

tonterías se me escapan! Hab<strong>la</strong> bajo. Estuvo esta noche Mínguez.<br />

Él. – El doctor averiado.<br />

A<strong>de</strong><strong>la</strong>. – Me lo meten por los ojos, pero estás tú en ellos. Ya no hay sitio.<br />

Él. – Felizmente. ¿Sabes que se te ocurren monadas encantadoras?<br />

A<strong>de</strong><strong>la</strong>. – ¿De veras? Me siento otra, con <strong>la</strong> imaginación llena <strong>de</strong> chispas alegres, cuando tú<br />

estás a mi <strong>la</strong>do.<br />

Él. – Dame tu manecita, A<strong>de</strong><strong>la</strong>.<br />

A<strong>de</strong><strong>la</strong>. – No, eso no. Déja<strong>la</strong>. Hab<strong>la</strong> bajo.<br />

Él. – ¿Tiemb<strong>la</strong>s?<br />

A<strong>de</strong><strong>la</strong>. – Tengo frío.<br />

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