26.04.2013 Views

Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />

<strong>la</strong>s lonas contra los mástiles, y un viejo pescador, abatido, <strong>de</strong> color <strong>de</strong> tierra, caminaba<br />

trabajosamente, con los harapos <strong>de</strong> su red al hombro…<br />

SOBRE EL CÉSPED<br />

Sobre el césped estábamos sentados, a <strong>la</strong> sombra <strong>de</strong> los altos <strong>la</strong>ureles. De tiempo en tiempo<br />

una leve bocanada <strong>de</strong> aire cálido se obstinaba en <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>r el suave mechón rubio que tus<br />

<strong>de</strong>dos impacientes habían contenido. Nuestro primogénito jugaba a nuestros pies, incapaz <strong>de</strong><br />

en<strong>de</strong>rezarse sobre los suyos, carnecita redonda, sonrosada y tierna, pedazo <strong>de</strong> tu carne. ¡Oh,<br />

tus gritos <strong>de</strong> espanto, cuando veías entre sus dientecitos el pétalo <strong>de</strong> alguna flor misteriosa!<br />

¡Oh, tus caricias <strong>de</strong> madre joven, tus palmas don<strong>de</strong> duerme el calor <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida, tus <strong>la</strong>bios<br />

húmedos que apagan <strong>la</strong> sed! Y mis besos enar<strong>de</strong>cidos por <strong>la</strong> voluptuosa pereza <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong><br />

tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> verano, apretaron a <strong>la</strong> dulce prisionera <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>seos, y mis manos extraviadas<br />

temb<strong>la</strong>ron entre <strong>la</strong>s ligeras batistas <strong>de</strong> tu traje…<br />

¡Y me rechazaste <strong>de</strong> pronto! Y un rubor virginal subió a tu frente. Me seña<strong>la</strong>ste nuestro hijo,<br />

cuyos gran<strong>de</strong>s ojos nos seguían con su doble inocencia y murmuraste:<br />

– ¡Nos está mirando!<br />

– Tiene un año apenas…<br />

– ¿Y si se acuerda <strong>de</strong>spués?<br />

Nos quedamos contemp<strong>la</strong>ndo a nuestro pequeño juez, in<strong>de</strong>cisos y confusos. Pero yo te hablé<br />

en los siguientes términos:<br />

– Amor mío, tesoro <strong>de</strong> locas <strong>de</strong>licias y <strong>de</strong> absurdos pudores, alma única, mujer <strong>de</strong> siempre,<br />

humanidad mía, no temas avergonzarte ante ese tirano querido, porque no te haré nada que no<br />

te haga él en cuanto te lo pi<strong>de</strong>…<br />

Y <strong>de</strong>sabrochando tu corpiño, liberté <strong>la</strong> palpitante belleza <strong>de</strong> tu seno, y prendí mis <strong>la</strong>bios en su<br />

irritada punta. Y tú te estremeciste, y una divina malicia brilló en el fondo <strong>de</strong> tus ojos.<br />

En <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> los tísicos.<br />

DEL NATURAL<br />

Lo que mató al 4, más que <strong>la</strong> enfermedad, fue <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a. Apenas entró en el <strong>la</strong>zareto, le dio <strong>la</strong><br />

manía <strong>de</strong> salir, convencido <strong>de</strong> que <strong>de</strong> lo contrario moriría pronto. Hab<strong>la</strong>ba todavía menos que<br />

nosotros, y en el hospital no se hab<strong>la</strong> mucho, pero le adivinábamos el pensamiento, como<br />

suce<strong>de</strong> don<strong>de</strong> se piensa <strong>de</strong>masiado. Las i<strong>de</strong>as fijas fluyen silenciosamente <strong>de</strong> los cráneos, y se<br />

ciernen sobre <strong>la</strong>s cosas. A pesar <strong>de</strong> que los que sufren son por lo común bastante crueles, el 4<br />

nos inspiraba alguna lástima. Su cama estaba enfrente <strong>de</strong> <strong>la</strong> mía. Era un muchachito <strong>de</strong> 16<br />

años, rubio y b<strong>la</strong>nco; parecía el hijo <strong>de</strong> un príncipe, y su andrajoso uniforme <strong>de</strong>l establecimiento,<br />

un disfraz inexplicable. Tenía bucles <strong>de</strong> oro, y admirables ojos azules. Estaba <strong>de</strong>macrado en<br />

extremo; andaba con el paso lento, autómata, propio <strong>de</strong> los clientes <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa. Sin embargo,<br />

una circunstancia extraña le distinguía <strong>de</strong> ellos: caminaba erguido. Por excepción, su pecho no<br />

25

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!