Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja
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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />
Don Angel. – No se juzga peligrosa <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra. “¡Que aúllen!”, murmuran los <strong>de</strong>l cofre, “así se<br />
<strong>de</strong>sahogan”. Las teorías subversivas son válvu<strong>la</strong>s <strong>de</strong> seguridad. El primero que intenta poner en<br />
práctica lo que aconseja es brutalmente sacrificado. Las mordazas han caído; <strong>la</strong>s lenguas están<br />
sueltas y <strong>la</strong>s manos más enca<strong>de</strong>nadas que nunca. Han abierto un ventanillo en lo alto <strong>de</strong>l<br />
ca<strong>la</strong>bozo. Se ve el azul <strong>de</strong>l cielo a través <strong>de</strong> unas rejas tan sólidas como el muro en que se<br />
encastran.<br />
Don Tomás. – Se ve el cielo.<br />
Don Angel. – Sí. Los <strong>de</strong>l cofre se equivocan cuando permiten cantar a los que reman en <strong>la</strong><br />
galera social. Se equivocan en su indiferencia a los progresos <strong>de</strong> <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a pura. Esa indiferencia,<br />
sin embargo, es un signo <strong>de</strong> su confianza. Se sienten muy fuertes. A<strong>de</strong>más, el pueblo ama el<br />
látigo.<br />
Don Tomás. – Hay maridos que si no se pegaran a sus mujeres no serían amados. La multitud<br />
es hembra.<br />
Don Angel. – El pueblo argentino está con su presi<strong>de</strong>nte. ¿La ley? ¿Qué importa <strong>la</strong> ley? No son<br />
leyes lo que necesitamos, sino hombres. La masa, asombrada al <strong>de</strong>scubrir rasgos <strong>de</strong><br />
humanidad en el supremo magistrado <strong>de</strong> <strong>la</strong> república, le ap<strong>la</strong>u<strong>de</strong>. “Los diputados le aburrían y<br />
les ha echado a puntapiés. ¡Bien hecho!” ¡La masa ap<strong>la</strong>udiendo al dictador y silbando a sus<br />
propios representantes, es <strong>de</strong>cir, silbándose a sí misma, según <strong>la</strong> constitución! ¡Admirable<br />
resumen y sátira <strong>de</strong>l par<strong>la</strong>mentarismo!<br />
Don Tomás. – Tal vez <strong>la</strong> opinión encuentra el <strong>de</strong>spotismo insta<strong>la</strong>do en <strong>la</strong>s cámaras. Cámaras<br />
famosas, bolsa <strong>de</strong> negocios secretos, y pa<strong>la</strong>cio real restaurado en que sólo subsisten antesa<strong>la</strong>s<br />
y cocinas, conc<strong>la</strong>ve <strong>de</strong> cómicos que no discuten a careta quitada ni apenas se reúnen sino<br />
cuando se trata <strong>de</strong> votar subida <strong>de</strong> sueldos. ¿Eh? Esta parrafada es angelical.<br />
Don Angel. – El sufragio… los ciudadanos eligiendo al más digno… Es cosa <strong>de</strong> morirse <strong>de</strong> risa.<br />
Don Tomás. – El sufragio es beneficioso. La plebe está provista <strong>de</strong> una riqueza nueva. La<br />
situación ha mejorado. Pue<strong>de</strong> ven<strong>de</strong>r su voto, aunque sea por un cigarro, por un vaso <strong>de</strong> vino.<br />
Tabaco, alcohol, ¡consuelos <strong>de</strong>liciosos!<br />
Don Angel. – Si <strong>la</strong>s elecciones son reñidas, no es difícil recibir como premio al civismo un puñal<br />
o un revólver. Pero por lo común se marcha a <strong>la</strong>s urnas a sab<strong>la</strong>zos y a patadas. Dos o tres<br />
asesinatos son <strong>de</strong> reg<strong>la</strong> en los comicios <strong>de</strong> mayor actividad. El afán <strong>de</strong> ejercer los <strong>de</strong>rechos<br />
políticos es en ciertos momentos tan imperioso, que hace salir a los presidiarios <strong>de</strong> sus<br />
mazmorras.<br />
Don Tomás. – Y a los difuntos <strong>de</strong> sus tumbas.<br />
Don Angel. – ¿Conoce usted <strong>la</strong> frase <strong>de</strong>l Bouteiller <strong>de</strong> Barrès: “¿Cómo preten<strong>de</strong>n que me<br />
preocupe <strong>de</strong> no mancharme <strong>la</strong> levita en el instante mismo en que equilibro el presupuesto <strong>de</strong>l<br />
Estado?” Y Bouteiller era <strong>de</strong>centito. Los par<strong>la</strong>mentarios <strong>de</strong> todos los países nos repetirán:<br />
“¿Con semejante oficio quieren uste<strong>de</strong>s que no nos manchemos?” Los matarifes huelen a<br />
sangre; los curas a cera; los políticos a pasillo sucio.<br />
Don Tomás. – Buen olfato.<br />
Don Angel. – Barrès…<br />
Don Tomás. – ¡Dale! Basta, basta. ¡Qué memoria!<br />
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