Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja
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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />
– ¡Pobre don Carlos! -dijo doña Amelia-. Pesaba ciento veinte kilos, era incomparable en el tiro<br />
<strong>de</strong> pichón y no se metía en política. ¡Pero eso atañe a los ministros! Ellos son los únicos<br />
responsables. Y, sin embargo, <strong>la</strong> víctima es el rey.<br />
– Llegué a ser ingrato a <strong>la</strong> memoria <strong>de</strong> mi padre -dijo don Manuel me<strong>la</strong>ncólicamente-. En <strong>la</strong>s<br />
fiestas públicas <strong>la</strong>s mujeres llevaban los abanicos con el retrato <strong>de</strong> los regicidas. Si un forastero<br />
pedía mi retrato en una tienda, se le contestaba que no vendían allí esa basura. Y yo guardaba<br />
silencio. ¡Ah!, no tengo el alma <strong>de</strong> Hamlet.<br />
– Señor -le dije-, olvi<strong>de</strong> usted a los reyes a <strong>la</strong> antigua. Usted es un rey mo<strong>de</strong>rno. Los reyes<br />
verda<strong>de</strong>ramente mo<strong>de</strong>rnos son los que se van. Durante todo el siglo XIX, los reyes se han ido<br />
en fiacre. Usted ha hecho más. Usted se ha ido en automóvil. Semejante velocidad dignifica <strong>la</strong><br />
fuga.<br />
– ¡Desgraciado Portugal! -exc<strong>la</strong>mó el mancebo-. Europa <strong>de</strong>vorará esa república administrada<br />
por médicos, profesores y poetas chirles. De Braganza han bajado a Braga. El presi<strong>de</strong>nte cita<br />
en sus <strong>de</strong>cretos a Augusto Comte. ¡Qué caos! No he conseguido nunca compren<strong>de</strong>rlo. Y a<br />
propósito, ¿sabe usted quién era el coronel <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los regimientos sublevados? Alfonso X<strong>II</strong>I.<br />
– Sí; pero era coronel como usted era señor <strong>de</strong> Arabia. Era coronel honorario.<br />
– Menos mal.<br />
– Hijo mío -dijo doña Amelia-, Gaby nos aguarda.<br />
– ¡Gaby! ¡Si <strong>la</strong> conociera usted! Una excelente chiquil<strong>la</strong>. La prensa le enrostró el <strong>de</strong>lito <strong>de</strong> serme<br />
agradable. No se atrevió a visitarme en Lisboa más que una vez, y dijeron que dormía en<br />
pa<strong>la</strong>cio. Tuvo que partir, calumniada y casi agredida por una plebe imbécil que, se lo confieso,<br />
he cesado <strong>de</strong> amar. Ya no me preocupa absolutamente <strong>la</strong> felicidad <strong>de</strong> mi pueblo.<br />
– Gaby es muy mona, muy artista, muy chic -dijo doña Amelia-. Me da consejos <strong>de</strong> toilette.<br />
– Veo otra ventaja <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stronamiento -observé al joven-. Las Gaby no le saldrán a usted tan<br />
caras como antes.<br />
– ¡Oh! No nos faltan recursos…<br />
– Verdad que usted hace música, y que su señora madre pinta con gusto exquisito -dije<br />
cándidamente.<br />
– ¡Caballero! -exc<strong>la</strong>mó doña Amelia, irritada-. ¿Por quién nos toma usted? ¡Trabajar! ¿Se figura<br />
usted que en estos años <strong>de</strong> sacrificios regios no hemos hecho economías!<br />
EXTRAVAGANCIAS<br />
Los hombres <strong>de</strong> ingenio y los elegantes <strong>de</strong> otras épocas han cultivado <strong>la</strong> extravagancia con un<br />
brillo que echamos <strong>de</strong> menos hoy. Los artistas, vestidos <strong>de</strong> poesía, y los dandis -poetas <strong>de</strong>l<br />
traje- concentraban sus tiros sobre los burgueses y <strong>la</strong> Aca<strong>de</strong>mia, que es <strong>la</strong> burguesía <strong>de</strong>l<br />
talento. Era una brusca protesta contra <strong>la</strong> beocia circundante. Necesitaban quebrar el hielo <strong>de</strong><br />
<strong>la</strong>s conveniencias sociales, en que patinan con ridícu<strong>la</strong> dignidad los filisteos; necesitaban<br />
sumergirlos <strong>de</strong> un golpe en el agua fría <strong>de</strong>l asombro. Hace más <strong>de</strong> un siglo, un buck English<br />
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