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Obras completas II.pdf - la tertulia de la granja

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“<strong>Obras</strong> <strong>completas</strong> <strong>II</strong>” <strong>de</strong> Rafael Barrett<br />

Don Justo. – ¿Qué tiene que ver una cosa con otra? Si no sabe usted distinguir un sirviente <strong>de</strong><br />

un rey, le compa<strong>de</strong>zco.<br />

Don Angel. – No estoy reñido con Alfonso X<strong>II</strong>I. Reconozco que es <strong>de</strong> buena familia. ¿Pero qué<br />

pa<strong>la</strong>bra genérica emplearemos para <strong>de</strong>signar lo que dimos sin estar a ello obligados? Propina,<br />

me parece preferible por lo benévo<strong>la</strong>. Supone un trabajo cumplido, quizá mal pagado. Quizá no<br />

pagan lo justo al rey.<br />

Don Tomás. – Quizá. En tal caso, se trataría <strong>de</strong> una gratificación.<br />

Don Justo. – Gratificación es todavía insolente.<br />

Don Angel. – ¿Menos insolente que propina, verdad?<br />

Don Tomás. – Menos. Se aplica a un empleado. Usted ofen<strong>de</strong>ría a un escribiente si le<br />

“propinara”. En cambio, un mendigo se enorgullecería, porque recibe limosnas, y no propinas ni<br />

gratificaciones. Si es a <strong>la</strong> Divinidad a quien usted favorece, use el término ofrenda. ¿Compren<strong>de</strong><br />

usted?<br />

Don Angel. – Bonita esca<strong>la</strong>: limosna, propina, gratificación, ofrecimiento y ofrenda. De<br />

pordiosero a Dios.<br />

Don Tomás. – Y ninguno rehúsa.<br />

Don Justo. – Observemos que en <strong>la</strong> iglesia caben todos los peldaños, lo cual prueba <strong>la</strong><br />

incalcu<strong>la</strong>ble penetración social <strong>de</strong>l catolicismo. Así po<strong>de</strong>mos presentar una limosna al<br />

capuchino, una propina al sacristán, una gratificación al cura y una ofrenda al Papa. Hace<br />

precisamente un año que un <strong>de</strong>sconocido envió un millón <strong>de</strong> liras a Pío X.<br />

Don Tomás. – El obsequio ha <strong>de</strong> estar en proporción con el obsequiado. Para una familia entera<br />

que se muere <strong>de</strong> hambre, bastan unos céntimos. En cuanto a los burgueses, recuér<strong>de</strong>se <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>finición <strong>de</strong> Bernard Shaw: “un burgués es un hombre que no quisiera aceptar como propina<br />

menos <strong>de</strong> un billete <strong>de</strong> cinco libras”. A medida que el candidato es más rico, más po<strong>de</strong>roso, hay<br />

que ofrecerle más. ¿Quién se atreverá a molestar a un Alfonso X<strong>II</strong>I o a un Pío X, con menos <strong>de</strong><br />

un millón? Y Dios, por último, que nada necesita, tiene <strong>de</strong>recho a exigirlo todo, <strong>la</strong>s fortunas, los<br />

cuerpos y <strong>la</strong>s almas.<br />

Don Justo. – El pobre tiene también <strong>de</strong>recho a su limosna.<br />

Don Angel. – ¿De veras?<br />

Don Justo. – Es mi convicción. Yo reservo una suma al mes, siempre idéntica, para obras <strong>de</strong><br />

caridad.<br />

Don Angel. – ¿No teme usted arruinarse?<br />

Don Justo. – Sería muy triste que por un altruismo exagerado, cayera en <strong>la</strong> pobreza y me<br />

imposibilitara <strong>de</strong> seguir haciendo el bien. La cantidad que consagro a tales fines es lo<br />

suficientemente reducida para no <strong>de</strong>sequilibrar mi presupuesto. Me atengo a mi <strong>de</strong>ber <strong>de</strong><br />

cristiano, y confío en <strong>la</strong> recompensa.<br />

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