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las reformas al sistema de justicia penal - ILANUD

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Me referí a otra selección política pen<strong>al</strong> <strong>de</strong> primer or<strong>de</strong>n: la sanción, que es la rectificación oconsecuencia <strong>de</strong> la conducta ilícita. En este ámbito tenemos una amarga experiencia histórica. En efecto,la historia natur<strong>al</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> sanciones es tan atroz como la <strong>de</strong> la <strong>de</strong>lincuencia. Difícilmente se podría saberdón<strong>de</strong> se ha registrado mayor crueldad: en la crimin<strong>al</strong>idad o en la <strong>justicia</strong> pen<strong>al</strong>, contemplada ésta a través<strong>de</strong> <strong>las</strong> sanciones impuestas y <strong>de</strong>l método seguido para aplicar<strong>las</strong>. Ha sido una competencia difícil.Recor<strong>de</strong>mos <strong>las</strong> primeras páginas <strong>de</strong> la magnifica obra “Vigilar y castigar”, <strong>de</strong> Foucault,y consi<strong>de</strong>remos el a<strong>justicia</strong>miento <strong>de</strong> Damiens --el magnicida que intentó matar <strong>al</strong> monarca, sinconseguirlo--, y comparemos la conducta <strong>de</strong> éste, que no culminó en la consumación <strong>de</strong>l homicidio, conla feroz reacción pen<strong>al</strong> <strong>de</strong>l Estado, que infirió <strong>al</strong> autor <strong>de</strong>l atentado una pena <strong>de</strong> muerte ejecutada con lujo<strong>de</strong> crueldad. ¿Dón<strong>de</strong> hubo la mayor dureza, la máxima impiedad?Sea lo que fuere, el Estado <strong>de</strong>be adoptar ciertas <strong>de</strong>cisiones frente y contra la conducta ilícita, quese vuelcan sobre el autor <strong>de</strong> ésta: ¿qué reacciones jurídicas autorizará, como respuesta <strong>al</strong> crimen procuradoo consumado? ¿Reacciones <strong>de</strong>moledoras o recuperadoras <strong>de</strong>l individuo crimin<strong>al</strong>? ¿Muerte o rescate?¿Las más intensas posibles o <strong>las</strong> más benignas? Conforme a lo que sea verda<strong>de</strong>ramente indispensable o <strong>al</strong>impulso <strong>de</strong>l clamor popular, ¿cuáles serán la intensidad y la frecuencia <strong>de</strong> <strong>las</strong> sanciones? Esto, en relacióncon la más grave entre todas, la muerte, pero también a propósito <strong>de</strong> la pena <strong>de</strong> prisión. ¿Quedará acotad<strong>al</strong>a privación <strong>de</strong> libertad? ¿Habrá sustitutivos <strong>de</strong> ella, sucedáneos, <strong>al</strong>ternativas pen<strong>al</strong>es? Este es un asunto<strong>de</strong> enorme importancia, que <strong>ILANUD</strong> ha explorado constantemente: racion<strong>al</strong>idad <strong>de</strong> <strong>las</strong> penas.Más preguntas: ¿con qué propósito se infligirán <strong>las</strong> penas? ¿Para retribuir? Por su natur<strong>al</strong>eza, lapena es retribución. Pero, ¿ha <strong>de</strong> ser éste el único propósito que persiga la pena: golpear <strong>al</strong> que golpeó,tan fuertemente como lo hizo? O bien: ¿intimidar, para beneficio <strong>de</strong> la prevención gener<strong>al</strong>? ¿Readaptar,contener, reparar? En suma, ¿cuáles son los propósitos razonables, plausibles, admisibles <strong>de</strong> la pena?La Convención Americana toma partido a este respecto. Gener<strong>al</strong>mente lo hacen los or<strong>de</strong>namientos<strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho internacion<strong>al</strong> <strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos humanos. Dice el artículo 5 <strong>de</strong> nuestra Convención Americanaque <strong>las</strong> penas privativas <strong>de</strong> la libertad tendrán como fin<strong>al</strong>idad esenci<strong>al</strong> la reforma y la readaptación soci<strong>al</strong><strong>de</strong> los con<strong>de</strong>nados. Señ<strong>al</strong>a: fin<strong>al</strong>idad “esenci<strong>al</strong>”. No es la única, pero la incorpora a título <strong>de</strong> fin esenci<strong>al</strong> <strong>de</strong>la pena, el princip<strong>al</strong>, centr<strong>al</strong>. Pue<strong>de</strong> haber otros <strong>de</strong>signios, a condición <strong>de</strong> que no sean incompatibles conla fin<strong>al</strong>idad esenci<strong>al</strong> cifrada en la readaptación soci<strong>al</strong>. La Convención Americana contempla este asuntocomo una cuestión <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho a la integridad. Dejo <strong>de</strong> lado, por ahora, el <strong>de</strong>bate sobre el agotamiento <strong>de</strong>lobjetivo readaptador <strong>de</strong> la pena Ya he mencionado que es preocupante <strong>de</strong>sechar esta fin<strong>al</strong>idad y franquearel espacio a otros proyectos pen<strong>al</strong>es que sirvan peor <strong>las</strong> exigencias <strong>de</strong> la dignidad humana.En su jurispru<strong>de</strong>ncia, la Corte ha examinado la pena <strong>de</strong> muerte. Esta es un tema “límite” parael <strong>de</strong>recho pen<strong>al</strong>, dice el profesor Antonio Beristain, gran pen<strong>al</strong>ista vasco. Es como una gota <strong>de</strong> venenointroducida en un vaso <strong>de</strong> agua: infecta todo el contenido, envenena el <strong>sistema</strong> pen<strong>al</strong>. Yo soy abolicionista,y en este momento no me pronuncio como juez <strong>de</strong> la Corte Interamericana, sino como individuo, a títuloperson<strong>al</strong>. Creo que la pena <strong>de</strong> muerte <strong>de</strong>bería <strong>de</strong>saparecer <strong>de</strong>l catálogo <strong>de</strong> <strong>las</strong> sanciones. Ahora bien,<strong>de</strong>bo preguntarme qué dice la normativa que la Corte <strong>de</strong>be aplicar, porque no se trata <strong>de</strong> satisfacer <strong>las</strong>selecciones person<strong>al</strong>es, sino <strong>las</strong> selecciones políticas <strong>de</strong>l <strong>sistema</strong> interamericano.Cuando se suscribió la Convención Americana en la Conferencia celebrada en San José, en1969, se planteó el tema <strong>de</strong> la muerte, que siempre surge a la hora <strong>de</strong> tratar los <strong>de</strong>rechos humanos. Enel ambiente había corrientes abolicionistas, pero también muchos temores y reticencias. El Continenteamericano <strong>de</strong> 1969 no era, necesariamente, el paraíso <strong>de</strong> <strong>las</strong> <strong>de</strong>mocracias ni el oasis para la benevolenciapen<strong>al</strong>. Ya era notable que se pudiese fraguar una Convención sobre Derechos Humanos, pero no resultabafácil ir mucho más a<strong>de</strong>lante y prescindir <strong>de</strong> la pena capit<strong>al</strong>. No lo habían hecho, <strong>de</strong> un primer golpe, ni laConvención Europea ni el Pacto Internacion<strong>al</strong> <strong>de</strong> Derechos Civiles y Políticos. Fue preciso que futurosprotocolos abolieran la pena <strong>de</strong> muerte.196

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