24.01.2019 Views

ANGEL PITOU

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¿Es que vamos a separarnos otra vez?<br />

—Sí, pero no por mucho tiempo, según creo. Una cajita que entregué a Billot<br />

para que me la guardase ha desaparecido de su casa al mismo tiempo que me<br />

encerraban en la Bastilla. Me es indispensable averiguar quién me ha hecho<br />

prender y quién ha robado la cajita.<br />

—Está bien, padre: aguardaré a que hayáis terminado esas pesquisas para<br />

volveros a ver.<br />

Y el joven exhaló un suspiro.<br />

—¿Estás triste, Sebastián? —le preguntó el doctor.<br />

—Sí.<br />

—¿Y por qué?<br />

—No lo sé. Me parece que la vida no se ha hecho para mí como para los demás<br />

jóvenes.<br />

—¿Qué estás diciendo?<br />

—La verdad.<br />

—Explícate.<br />

—Todos tienen distracciones, placeres: yo no tengo ninguno.<br />

—¿Que no tienes distracciones ni placeres?<br />

—Quiero decir padre, que no me satisfacen los juegos de mi edad.<br />

—Cuidado, Sebastián: sentiría mucho que adquirieras semejante carácter. Los<br />

espíritus que prometen un porvenir glorioso, son como los buenos frutos durante<br />

su crecimiento: al principio amargan, son ácidos y verdes, antes de recrear el<br />

paladar al llegar a su sabrosa madurez. Créeme, hijo mío: es bueno haber sido<br />

joven.<br />

—No tengo yo la culpa de no serlo —respondió el muchacho con melancólica<br />

sonrisa.<br />

—Tu edad es la de la simiente; nada debe aparecer al exterior de lo que el estudio<br />

ha puesto en ti. A los catorce años, Sebastián la gravedad es orgullo o<br />

enfermedad. Te he preguntado si gozabas de buena salud y me has contestado<br />

que si. Ahora te pregunto si eres orgulloso, procura contestarme que no.<br />

—Tranquilizaos, padre. Lo que me tiene triste no es orgullo ni enfermedad, sino<br />

un pesar.<br />

—¿Un pesar? ¡Pobre niño! Y ¿qué pesar puedes tener a tu edad? Vamos, habla.<br />

—No, padre, no: más adelante. Habéis dicho que tenéis prisa; sólo podéis<br />

concederme un cuarto de hora. Hablemos, pues, de otra cosa y no de mis locuras.<br />

—No, Sebastián, no: me separaría de ti intranquilo. Dime: ¿en qué consiste ese<br />

pesar?<br />

—No me atrevo.<br />

—¿Qué temes?<br />

—Temo que me tengáis por un visionario, o hablaros de cosas que os aflijan.<br />

—Mucho más me afliges callando tu secreto.<br />

—Ya sabéis que no tengo secretos para vos.<br />

—Pues entonces, habla.<br />

—A la verdad, no me atrevo.<br />

—¿No te atreves y tienes la pretensión de ser un hombre?<br />

—Precisamente por eso.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!