24.01.2019 Views

ANGEL PITOU

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¿Y las cañas?<br />

—También las preparé.<br />

—¿Y no te cuestan nada?<br />

—El trabajo de bajarme para cogerlas.<br />

—Y ¿se puede ir con frecuencia a la balsa?<br />

—Se puede ir todos los días.<br />

—¡Bueno!<br />

—Sólo que no se debe...<br />

—No se debe... ¿qué?<br />

—Ir todos los días.<br />

—¿Por qué razón?<br />

—¡Toma, porque sería ruinoso:<br />

—¿Para quién?<br />

—Para la charca. Ya comprenderéis, tía Angélica, que los pájaros que se han<br />

cogido...<br />

—¿Y bien?<br />

—Ya no vuelven.<br />

—Es verdad— dijo la tía.<br />

Por primera vez, desde que el muchacho se encontraba en su casa, la tía Angélica<br />

le daba la razón, y esto era tan inesperado, que Ángel Pitou quedó sumamente<br />

complacido.<br />

—Pero los días en que no se va a la charca —continuó—, se puede ir a otra parte;<br />

los días en que no se cogen pajarillos, se caza otra cosa.<br />

—Y ¿qué se caza?<br />

—¡Toma! ¡Conejos!<br />

—¿Conejos?<br />

—Sí; se come la carne y se vende la piel, que vale dos sueldos.<br />

La tía Angélica miraba a su sobrino completamente maravillada: jamás había<br />

visto en él tan distinguido economista. Pitou acababa de revelarse.<br />

—Pero ¿yo podría vender las pieles de conejo?<br />

—Sin duda —contestó Pitou—; como lo hacía la mamá Magdalena.<br />

Jamás le había ocurrido al muchacho que del producto de su caza pudiera<br />

reclamar cosa alguna que no fuera su parte de consumo.<br />

—Y ¿cuándo irás a coger conejos? —preguntó la señora Angélica.<br />

—¡Diantre! Cuando tenga lazos o trampas —contestó Pitou.<br />

—¡Pues bien! Hazlo tú.<br />

Pitou movió la cabeza.<br />

—Bien has hecho la liga y las cañas.<br />

—¡Ah! Esto sí, es cierto; pero no sé fabricar alambre de latón: esto se compra ya<br />

hecho.<br />

—Y ¿cuánto cuesta?<br />

—¡Oh! Con cuatro sueldos —contestó Pitou—, calculando por los dedos, bien<br />

haré dos docenas.<br />

—Y con dos docenas ¿cuántos conejos puedes coger?<br />

—Según la suerte... cuatro, cinco, o tal vez seis; y además, los lazos sirven varias<br />

veces, cuando el guarda no los encuentra.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!