24.01.2019 Views

ANGEL PITOU

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—¡Ah! Sí —contestó el abate con aire socarrón—, pero lo malo es que no eres<br />

capaz de ello.<br />

—¡Oh, señor abate!<br />

—¿Me entiendes, señor revolucionario?<br />

—¡Vamos bien! Apenas he hablado, y ya os encolerizáis contra mí. Mal<br />

principio, señor abate.<br />

Sebastián, que no ignoraba lo que hacía dos días había dicho el ábate acerca de<br />

Pitou a todos cuantos le hablaban, prefirió no asistir a la disputa que no podía<br />

menos de seguirse entre su amigo y su maestro, y, por lo tanto, se eclipsó.<br />

Pitou miró con cierto pesar cómo se alejaba Sebastián. No era un aliado muy<br />

vigoroso, pero sí un niño de la misma comunión que él.<br />

Así es que, al verle desaparecer fuera de la puerta, exhaló un suspiro, y,<br />

volviéndose hacia el abate, díjole:<br />

—Vamos, señor abate: ¿por qué me llamáis revolucionario? ¿Soy yo, por<br />

ventura, la causa de que se haya hecho la revolución?<br />

—Tú has vivido con los que la hacen.<br />

—Señor abate —replicó Pitou, con suprema dignidad—, cada cual es libre de su<br />

pensamiento.<br />

—¡Calla!<br />

—Est penes hominem arbitrium et ratio.<br />

—¡Ah! ¡Bah! Conque ¿sabes latín?<br />

—Sí: lo que me habéis enseñado —contestó modestamente Pitou.<br />

—Sí, revisado, corregido, aumentado y embellecido de barbarismo.<br />

—Bueno: de barbarismos, señor abate. ¡Ah! ¿Quién no los comete, Dios mío?<br />

—¡Tunante! —exclamó el abate, visiblemente resentido de aquella contestación<br />

con que Pitou parecía querer aludir a él—. ¿Crees tú que yo cometo barbarismos?<br />

—Incurriréis en ellos a los ojos de un hombre que conozca el latín mejor que vos.<br />

—¡Habráse visto! —exclamó el abate, pálido de cólera, aunque admirado de<br />

aquel razonamiento que no dejaba de ser lógico.<br />

Y añadió con expresión melancólica:<br />

—He aquí en dos palabras el sistema de estos bribones: destruyen y degradan,<br />

pero no saben en provecho de quién: será en provecho de lo desconocido.<br />

Veamos, señor revolucionario, hablad francamente. ¿Conocéis alguno que sepa<br />

el latín mejor que yo?<br />

—No; pero puede haberlo, aunque yo no le conozca, pues yo no lo puedo saber<br />

todo.<br />

—¡Ya lo creo, pardiez!<br />

Pitou se santiguó.<br />

—¿Qué haces, libertino?<br />

—Es que juráis, señor abate, y por eso hago la señal de la cruz.<br />

—¡Hola, tunante! ¿Has venido a mi casa para romperme el tímpano con tu<br />

conversación?<br />

—¡El tímpano! —repitió Pitou.<br />

—¡Ah! He aquí que ya no comprendes.<br />

—Sí tal, señor abate, comprendo. Gracias a vos, conozco las raíces: timpanizar,<br />

tympanum, tambor, viene del griego tympanon, tambor o campana.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!