24.01.2019 Views

ANGEL PITOU

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—¿Qué queréis decir, querido Billot? ¿Suponéis, por ventura, que me<br />

compadeceré de vos?<br />

—¡Oh! no —contestó ingenuamente Billot—, pero como sufro y me quejo, y<br />

como esto no conduce a nada, quiero ayudarme y aliviarme a mi manera.<br />

—Es decir, que...<br />

—Es decir, que deseo volver a la granja.<br />

—¿Otra vez, Billot?<br />

—¡Ay, señor Gilberto! Ved que hay allí una voz que me llama.<br />

—Cuidado, Billot: esa voz os aconseja la deserción.<br />

—No soy soldado, y, por lo tanto, no puedo desertar, señor Gilberto.<br />

—Lo que haréis, Billot, será una deserción tan culpable como la del soldado.<br />

—Explicadme eso, doctor.<br />

—¡Cómo! ¿Habréis venido a demoler París, y escaparíais a la caída del edificio?<br />

—Para no aplastar a mis amigos, sí.<br />

—O, más bien, para no ser aplastado vos mismo.<br />

—¡Eh, eh! —exclamó Billot—. No es cosa prohibida pensar un poco en sí<br />

mismo.<br />

—¡Ah! ¡He aquí un buen cálculo, como si las piedras no rodaran, y como si al<br />

rodar no aplastasen a los miedosos que huyen!<br />

—¡Ah! Bien sabéis que no soy miedoso, señor Gilberto.<br />

—Pues, entonces, os quedaréis, Billot, pues aún os necesito aquí.<br />

—También me necesita mi familia.<br />

—Billot, Billot, yo creía que habíais convenido conmigo en que no existe la<br />

familia para ei hombre que ama a su patria.<br />

—Yo quisiera saber si repetiríais lo que acabáis de decir, suponiendo que vuestro<br />

hijo Sebastián estuviera donde se halla ese infeliz joven.<br />

Y señalaba el cadáver.<br />

—Billot —repuso estoicamente Gilberto—, día vendrá en que mi hijo Sebastián<br />

me verá a mí como yo veo ese cadáver.<br />

—Tanto peor para él, señor Gilberto, si aquel día se muestra tan frío como vos.<br />

—Espero que él valdrá más que yo, Billot, y que tendrá mayor firmeza aún,<br />

precisamente porque yo le habré dado el ejemplo.<br />

—Entonces, queréis que el niño se acostumbre pronto a ver correr la sangre, y<br />

que en su tierna edad se familiarice con los incendios, con las horcas, con los<br />

motines y con los ataques nocturnos; que vea insultar a las reinas y amenazar a<br />

los reyes; y cuando sea duro como la hoja de una espada y frío como ella, que os<br />

ame y que os respete, ¿No es así?<br />

—No. Yo no quiero que vea todo eso, Billot, y he aquí por qué le he enviado a<br />

Villers-Cotterets, de lo cual me arrepiento casi ahora.<br />

—¿Que os arrepentís ahora?<br />

—Sí.<br />

—Y ¿por qué?<br />

—Porqué hoy hubiera visto poner en práctica ese axioma del león y el ratón, que<br />

para él no pasa de ser una fábula.<br />

—¿Qué queréis decir, señor Gilberto?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!