24.01.2019 Views

ANGEL PITOU

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Digo, pues —continuó el rey—, que, no teniendo nada por qué inculpar al<br />

señor, por castigar, sin duda, a otra persona, ha recaído el castigo sobre un<br />

inocente. Eso está mal hecho, condesa.<br />

—¡Señor! —dijo Andrea.<br />

—|Oh! —dijo el rey, que tenía ya miedo de indisponerse con la favorita de su<br />

esposa—. Sé que no tenéis mal corazón, y que, si habéis perseguido a alguien<br />

con vuestro odio, es porque lo habrá merecido; pero ya comprenderéis que en lo<br />

sucesivo no debe repetirse semejante equivocación.<br />

Volviéndose enseguida a Gilberto, añadió:<br />

—¿Qué queréis, doctor? Es culpa de los tiempos más bien que de los hombres.<br />

Hemos nacido en la corrupción, y en ella moriremos; pero, al menos, se debe<br />

mejorar el porvenir para la posteridad, y espero que nos ayudaréis en esta obra.<br />

Y Luis XVI se detuvo, creyendo haber dicho lo suficiente para dejar satisfechas a<br />

las dos partes.<br />

¡Pobre rey! Si hubiera pronunciado semejante frase en la Asamblea Nacional, no<br />

tan solo le habrían aplaudido, sino que al día siguiente la hubiera visto<br />

reproducida en todos los periódicos de la corte.<br />

Pero aquel auditorio compuesto de dos enemigos encarnizados gustó poco de su<br />

conciliadora filosofía.<br />

—Con permiso de vuestra Majestad —dijo Gilberto—, rogaré a esta señora que<br />

repita lo que ha dicho, esto es, que no me conoce.<br />

—Condesa —dijo el rey, ¿queréis hacer lo que pide el doctor?<br />

—No conozco al doctor Gilberto —repitió Andrea con voz firme.<br />

—Pero ¿conocéis a otro Gilberto, cuyo crimen se me ha imputado?<br />

—Sí —contestó Andrea—; le conozco y le tengo por un infame.<br />

—Señor —dijo Gilberto—, no me corresponde interrogar a la condesa; pero<br />

dignaos preguntarle lo que ese hombre infame ha hecho.<br />

—Condesa, no podéis negaros a tan justa petición.<br />

—¿Lo que ha hecho? —respondió Andrea—. La reina debe saberlo, toda vez<br />

que ha autorizado con su firma la carta en que yo pedía su prisión.<br />

—Es que no basta que la reina lo sepa —objetó Luis XVI—, convendría que yo<br />

también lo supiese. La reina es la reina; pero yo soy el rey.<br />

—Pues bien, señor: el Gilberto de la orden de prisión es un hombre que cometió<br />

un crimen horrible hace dieciséis años.<br />

—Dígnese Vuestra Majestad preguntarle a la señora condesa qué edad tendrá<br />

hoy ese hombre.<br />

El rey repitió la pregunta.<br />

—De treinta a treinta y dos años —contestó Andrea.<br />

—Señor —dijo Gilberto—: si se cometió el crimen hace dieciséis años, no lo<br />

cometió un hombre, sino un niño; y si desde entonces el hombre ha deplorado el<br />

crimen del niño, ¿no era acreedor a alguna indulgencia?<br />

—Pero ¿es que conocéis al Gilberto de que se trata? —preguntó el rey.<br />

—Lo conozco —respondió Gilberto.<br />

—Y ¿no ha cometido más falta que la de su juventud?<br />

—Creo que desde que cometió, no diré esa falta, porque soy menos indulgente<br />

que vos, sino ese crimen, nadie en el mundo tiene nada por qué vituperarle.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!