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ANGEL PITOU

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

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igualmente en la plaza de la Casa Ayuntamiento, impeliendo a los ciudadanos<br />

hacia la Bastilla.<br />

Por último, le vemos deslizándose durante la noche, como esos lobos que rondan<br />

alrededor de los rebaños de carneros, esperando a que el pastor se halle dormido<br />

para emprender su sangrienta obra.<br />

¡Verriére!<br />

Citamos por primera vez este nombre: era el de un enano deforme; un jorobado<br />

repugnante, con las piernas desmesuradamente largas.<br />

En cada tormenta que removía el fondo de la sociedad veíase al sangriento<br />

pigmeo subir con la espuma y agitarse en la superficie. Dos o tres veces, en las<br />

épocas terribles, se le vio pasar por París agachado sobre un caballo negro,<br />

semejante a una figura del Apocalipsis o a uno de esos diablos inverosímiles,<br />

nacidos bajo el lápiz de Callot, para tentar a San Antonio.<br />

Cierto día, en un club, y subido en una mesa, atacó, amenazó y acusó a Danton:<br />

era la época en que comenzaba a decaer la popularidad del hombre del 2 de<br />

septiembre; y, bajo aquel venenoso ataque, Danton se sintió perdido, como el<br />

león que ve a dos dedos de sus labios la repugnante cabeza de la serpiente. Miró<br />

a su alrededor, como si buscase un arma con la cual defenderse o un apoyo, y,<br />

por fortuna, vio otro jorobado; cogióle al punto por los hombros, y, levantándole,<br />

colocóle sobre la mesa, frente a su cofrade.<br />

—Amigo mío —le dijo—, contestad a ese caballero; os cedo la palabra.<br />

Todos se echaron a reír, y Danton se salvó.<br />

Al menos por aquella vez.<br />

Había, pues, según la tradición, tres jefes: Marat, Verriére y el duque de<br />

Aiguillon.<br />

El duque de Aiguillon, es decir, uno de los primeros enemigos de la reina.<br />

Y el duque de Aiguillon iba disfrazado de mujer. ¿Quién ha dicho esto? Todo el<br />

mundo.<br />

El abate Delille y el abate Maury, esos dos sacerdotes que tan poco se parecen.<br />

Se han atribuido al primero estos famosos versos:<br />

Como hombre, es un cobarde;<br />

Como mujer, asesino.<br />

En cuanto al abate Maury, era otra cosa.<br />

Quince días después de los acontecimientos que referimos, el duque de Aiguillon<br />

le encontró en el terrado de los Feuillans, y quiso hablarle.<br />

—Pasa de largo, puerco —le dijo el abate Maury.<br />

Y se alejó del duque majestuosamente.<br />

Ahora bien: se dice qué estos tres hombres llegaron a Versalles a eso de las<br />

cuatro de la madrugada, y que conducían las segundas fuerzas de que hemos<br />

hablado.<br />

Se componían de aquellos que llegan después de los que combaten para vencer.<br />

Iban para entregarse al saqueo y asesinar.<br />

Ahora bien: ya habían asesinado un poco en la Bastilla, pero sin saquear.<br />

Y Versalles ofrecía un magnífico desquite.

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