24.01.2019 Views

ANGEL PITOU

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

Angel Pitou tercer libro sobre la revolución francesa de Alejandro Dumas

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Pero Pitou había ido con tanta frecuencia día y noche: Pitou había estudiado tan<br />

bien el terreno, que conocía el sitio por donde Catalina llegaba, así como el<br />

cazador furtivo sabe por dónde ha de pasar la corza que quiere cazar al acecho.<br />

Jamás Catalina penetraba en el bosque seguida de Isidoro: éste permanecía algún<br />

tiempo en el pabellón para observar si le sucedía algo al salir; después marchaba<br />

por el lado opuesto, y punto concluido.<br />

El día que Pitou eligió para su demostración fue a emboscarse en el sitio por<br />

donde Catalina debía pasar; y trepó a un haya enorme, que dominaba con sus<br />

trescientos años el pabellón y el tallar.<br />

No habría transcurrido una hora cuando vio pasar a Catalina; sujetó su caballo en<br />

un barranco del bosque, y de un solo salto, como un ciervo espantado, franqueó<br />

el toso y penetró en el tallar que conducía al pabellón.<br />

Precisamente Catalina había pasado por debajo del árbol donde se hallaba oculto<br />

el joven.<br />

Pitou no tuvo que hacer más que bajar de su rama y apoyarse en el tronco del<br />

árbol. Una vez así, sacó del bolsillo un libro, el Perfecto Guardia Nacional, y<br />

aparentó leer.<br />

Al cabo de una hora llegó a oídos de Pitou el ruido de una puerta que se cierra y<br />

el roce de un vestido en el follaje; la cabeza de la joven apareció después fuera<br />

del ramaje, mirando con inquietud en torno suyo, para observar si podían verla.<br />

En aquel momento hallábase a diez pasos de Pitou.<br />

Este último permanecía inmóvil, con su libro sobre las rodillas.<br />

Pero ya no aparentaba leer, y miraba a Catalina con la intención de que la joven<br />

comprendiese que lo hacía expresamente.<br />

Catalina dejó escapar un ligero grito ahogado al reconocer a Pitou, púsose pálida<br />

como si la muerte hubiese pasado junto a ella tocándola, y después de una breve<br />

vacilación, que se revelaba por el temblor de sus manos y la contracción de su<br />

seno, precipitóse en el bosque, y, encontrando su caballo, emprendió en él la<br />

fuga.<br />

Pitou volvió a Haramont en parte feliz, aunque algo atemorizado, porque, apenas<br />

se hubo dado cuenta de lo que acababa de hacer, vio en aquel simple paso<br />

muchos detalles enojosos que no se le habían ocurrido en un principio.<br />

El domingo siguiente era el señalado en Haramont para una solemnidad militar.<br />

Bastante instruidos ya, o creyendo estarlo, los guardias nacionales del pueblo<br />

habían rogado a su comandante que los reuniese para practicar un ejercicio<br />

público.<br />

Algunos pueblos vecinos, excitados por la emulación, y que habían hecho<br />

también estudios militares, debían enviar a Haramont sus guardias para<br />

establecer una especie de competencia con sus mayores en la carrera de las<br />

armas.<br />

Una diputación de cada uno de estos pueblos se había entendido con el estado<br />

mayor de Pitou, y la capitaneaba un labrador, antiguo sargento.<br />

El anuncio de tan magnífico espectáculo hizo acudir a muchos curiosos con su<br />

traje de fiesta, y el Campo de Marte de Haramont fue invadido desde la mañana<br />

por una multitud de mujeres jóvenes y de niños, a los cuales se agregaron más

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!