publicación - CCOO
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HÉCTOR MARAVALL GÓMEZ–ALLENDE<br />
compromisos de los Pactos de la Moncloa: participación sindical en las Juntas de Precios,<br />
en los órganos de gestión de la Seguridad Social, en la empresa pública, en el INEM y en<br />
las oficinas de colocación y la equiparación de los trabajadores agrícolas al régimen general<br />
de la Seguridad Social.<br />
Como marco general, CC.OO., en línea con lo defendido por el PCE, propuso un<br />
nuevo Acuerdo Político y Económico, en torno a un Plan Económico que atacara el paro<br />
y la inflación, que aumentara la inversión pública y privada, que reconvirtiera la economía<br />
de manera más racional y nacional; siendo esta la primera aproximación del sindicato a lo<br />
que después sería el Plan de Solidaridad Nacional contra el Paro y la Crisis.<br />
La jornada se saldó con un fracaso y en los meses posteriores seguimos con las mismas<br />
propuestas, considerando el Consejo Confederal de diciembre del 78 que la propuesta del<br />
gobierno de un acuerdo sindicatos, patronal y gobierno «sería una fórmula de pacto social,<br />
económicamente ineficaz, socialmente injusto, sindicalmente desastroso y políticamente<br />
indeseable, alejaría a los trabajadores de la democracia, contribuyendo a la debilidad de ésta<br />
y no resolvería la crisis».<br />
El año 1978 terminó con un bloqueo de las negociaciones, un creciente enfrentamiento<br />
entre el gobierno y CC.OO. y por el contrario en una aproximación entre UGT y la patronal,<br />
con el visto bueno del gobierno.<br />
Podemos decir que en esos meses se inició un paulatino proceso de radicalización y aislamiento<br />
de CC.OO., que duró hasta el golpe de estado del 23–F. , que sin duda hoy es más<br />
fácil de percibir que en aquellos momentos y que obedeció a causas complejas.<br />
Para una mejor comprensión de nuestras posiciones sindicales en aquellos momentos,<br />
puede ser oportuno recordar algunas cuestiones.<br />
En primer lugar, la posición de una gran parte del empresariado español, interlocutor<br />
esencial y primario en nuestro trabajo cotidiano, era de claro rechazo de la presencia sindical<br />
no sólo en las empresas sino en la vida política y económica del país. Tras 40 años de<br />
cómodas relaciones con el sindicalismo vertical y de utilización de la policía y de los despidos<br />
frente a los sindicalistas y las movilizaciones obreras, afrontar un proceso de democratización<br />
de las relaciones laborales y sindicales era un cambio muy difícil de aceptar.<br />
Hay que reconocer que instituciones como la APD (Asociación para el Progreso de la<br />
Dirección) jugaron un papel activo y positivo para ir haciendo entrar en razón a muchos<br />
empresarios y jefes de personal. Esta asociación organizó decenas de actos por toda España,<br />
sobre todo en el periodo 78–80, a los que invitaba como ponentes a los sindicatos, a la<br />
patronal y al gobierno. Con mucha frecuencia los coloquios consistían en improperios del<br />
público contra los sindicatos, contra los políticos, contra Adolfo Suárez; referencias cons-<br />
GACETA130 SINDICAL