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publicación - CCOO

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COMISIONES OBAF.RAS Y LA TR&NSICION DF.MOCRATICA: DNA CONTRIBUCIÓN INFRAVALORADA<br />

reivindicando aquel Código de Derechos propuesto en la anterior legislatura frente al Esta-<br />

tuto en tramitación; una segunda escalada, consistente en preparar y realizar en la Casa de<br />

Campo de Madrid una magna asamblea de delegados sindicales de toda España, fue aso-<br />

ciada a la figura del «Caballo» y el «Rey» identificaba una huelga general si finalmente no<br />

prosperaba la negociación reclamada. Fue la única haza que no pusimos en juego pese al<br />

éxito de las dos anteriores porque la radicalidad de CC.00. siguió verificándose por el<br />

grado de consecuencia de su compromiso democrático aun por encima de las legítimas<br />

razones sindicales que pudieran asistirnos y arrastrando el riesgo de incomprensión que<br />

pudiéramos ocasionar en nuestras propias bases que habían llegado hasta la Casa de<br />

Campo convencidas de que allí participarían en la convocatoria de la huelga general.<br />

A continuación vendrían los Acuerdos Marco Interconfederales I y II sucesivamente<br />

suscritos entre CEOE y UGT, pero no por CC.00. Debemos reconocer que por encima<br />

de las objeciones a determinados aspectos de los AMI' S, como los referidos a la cláusula de<br />

descuelgue por la que algunas empresas podían quedarse por debajo de la banda salarial<br />

pactada, el tratamiento penalizador —a nuestro juicio— del absentismo laboral, la ambi-<br />

güedad en el reparto de la productividad, en la sustitución de las Ordenanzas Laborales<br />

—que seguirían prácticamente intactas hasta los acuerdos de 1997—, etcétera, justificamos<br />

nuestra renuencia a firmarlos en base a una estrafalaria teoría por la cual considerábamos<br />

aceptable un pacto a cuatro bandas —gobierno, partidos, patronales y sindicatos—, enten-<br />

dido como pactos «político—económicos» y rechazable uno que fuese a dos —sindicatos y<br />

patronales— por considerarlo un Pacto Social, identificado en nuestra incultura con el<br />

reformismo sindical. Una evidente ideologización del papel de los sindicatos e incoherente<br />

con la práctica co tidiana de la negociación de convenios entre el sindicato y los empresa-<br />

rios.<br />

Incoherencia que pagamos a un alto precio quedándonos fuera dc la mayoría de los con-<br />

venios colectivos, incluso en empresas y sectores donde teníamos la mayoría sindical. La<br />

coherencia debieron ponerla los trabajadores en las elecciones sindicales de 1982, ya que<br />

las perdimos pasando a situarnos con fuerzas muy igualadas, pero por detrás de la UGT,<br />

hasta recuperar la mayoría —igualmente por poca diferencia— en 1995.<br />

I ,a intentona golpista del 23 de febrero del 81 influyó poderosamente en la reanudación<br />

del diálogo social. La consciencia de la fragilidad de la Democracia, aún habiendo supe-<br />

rado aquella prueba, fue un acicate para la unidad de las fuerzas democráticas, políticas y<br />

sociales, al menos durante un breve período de alrededor de un año. Convocados de nuevo<br />

a la mesa de negociaciones, culminaron a principios del verano en el Acuerdo Nacional<br />

para el Empleo (ANE). El desempleo, situado ya en el 14% de la población activa, había<br />

GACETA 73 SINDICAL

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