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publicación - CCOO

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ORIGEN Y ASCENSO DE LA COMISIONES OBRERAS BAJO EL FRANQUISMO<br />

partir de asambleas de empresa y de rama que elegirían delegados y apoyándose en la red<br />

de cargos sindicales obtenidos en pugna con la burocracia del vertical. Además de esta perspectiva<br />

sindical, en las reuniones generales de 1968 y 1969 se perfila una estrategia de<br />

huelga general para conquistar las libertades democráticas. Dicha estrategia será definida<br />

metafóricamente como una mancha de aceite; es decir, la huelga general no se convocaría<br />

a fecha fija, sino que sería el resultado de la extensión de un proceso de huelgas parciales<br />

(Zamora Antón & Ibáñez, 1987). Paradójicamente, esta perspectiva de huelga general se<br />

definió en una coyuntura en la que había decenas de cuadros sindicales encarcelados, así<br />

como un ligero descenso de la actividad huelguística, dado que la media anual de conflictos<br />

colectivos, según las propias fuentes oficiales franquistas, fue de 448 en el quinquenio<br />

1963–1967 y de 421 durante 1968–1969. Por añadidura, en los primeros meses de 1969<br />

fue declarado el estado de excepción, aumentando de ese modo las adversidades de orden<br />

represivo (Molinero & Ysàs, 1998).<br />

La caída de los niveles de movilización obrera obedecía, por tanto, a la presión policial<br />

y penal, así como a la desposesión masiva de cargos sindicales. Sin embargo debe tenerse<br />

en cuenta también que el gobierno suspendió la negociación colectiva en 1968 y limitó<br />

severamente sus posibilidades al año siguiente, al decretar un tope de las subidas salariales<br />

del 5,9 por ciento. Privados del resorte de la discusión de convenios en un caso y limitada<br />

la discusión sobre los salarios, que a su vez constituía la espina dorsal de la negociación<br />

colectiva, era lógico que se produjese una menor conflictividad.<br />

Al mismo tiempo que el desarrollo de las Comisiones Obreras se encontró con dificultades<br />

en su desarrollo desde finales de 1967, tuvo lugar un reajuste en su composición. En<br />

primer lugar, la Unión Sindical Obrera, de origen católico y que había jugado un papel<br />

importante en la organización del movimiento en el norte del país, se desvinculó de las<br />

Comisiones a partir de 1967. Por supuesto, los falangistas críticos que en 1964 y 1965 también<br />

habían participado, a esas alturas ya habían abandonado. En segundo lugar, la Juventud<br />

Obrera Católica (JOC) sufrió una crisis definitiva a partir de 1967, cuando la jerarquía<br />

eclesiástica decidió que sus militantes habían llegado demasiado lejos en su compromiso<br />

con el movimiento obrero. Muchos de ellos rompieron con las organizaciones de la Acción<br />

Católica y continuaron en Comisiones, pero otros se apartaron del activismo obrero a raíz<br />

de la crisis. Mientras tanto, otro grupo católico, las Vanguardias Obreras, que también<br />

militaba en Comisiones, se transformó en esos años. Primero se convirtió en Alianza Sindical<br />

de Trabajadores y en 1969 en un partido maoísta, la Organización Revolucionaria de<br />

Trabajadores, que formaría parte de esa extrema izquierda que pregonaba un giro hacia la<br />

clandestinidad y el abandono de los cargos en el sindicato vertical.<br />

GACETA41 SINDICAL

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