publicación - CCOO
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MEMORIA SINDICAL DEL ANTIFRANQUISMO<br />
formas de represión que se extendían a los familiares de los huelguistas. Por aquel entonces<br />
se promulgó una nueva ley de prensa un poco menos restrictiva, se modificó el artículo del<br />
Código Penal que consideraba sediciosa cualquier tipo de huelga, limitando esa penalización<br />
a los servicios públicos, a los funcionarios y a las que afectaran gravemente la producción<br />
nacional. Es decir, seguíamos sin libertades, pero guardando un poco más las formas.<br />
Tres años antes se había promulgado la Ley de Orden Público, que suponía que en lugar de<br />
juzgarte un Tribunal Militar lo hiciera un Tribunal especial, aunque civil. Coincidiendo<br />
con el Concilio Vaticano II, la elevación al papado de Juan XXIII y, creo, el Año Mariano,<br />
se hicieron tres indultos consecutivos en 1963, 1964 y 1965. Fue sin duda un cierto aperturismo,<br />
al que también contribuyó la fuerte campaña internacional contra el régimen a<br />
cuenta del asesinato del militante del Partido Comunista, Julián Grimau.<br />
Aquel trienio y hasta las elecciones sindicales de junio de 1966 fueron claves en la extensión<br />
y consolidación de Comisiones Obreras, que tuvimos el acierto de aprovechar el que<br />
desde la cúpula de los sindicatos verticales, con José Solís como promotor, se intentara<br />
alguna legitimación de tales sindicatos abriendo algo más la mano a la hora de posibilitar<br />
que en las elecciones sindicales los trabajadores pudieran elegir sin la asfixia generalizada<br />
que el «aparato» nacionalsindicalista solía intentar en tales ocasiones. Si ya en 1963 se<br />
amplió, siempre en proporción relativa, la elección del número de trabajadores que realmente<br />
representaban a sus compañeros, ese número creció bastante más en las elecciones<br />
de 1966. El movimiento de las Comisiones Obreras se consolidó, lo que fue importante<br />
incluso para no ser diezmado por la fuerte represión que se desencadenó a partir de aquellas<br />
elecciones.<br />
Efectivamente, aquel trienio aperturista sirvió para que en bastantes empresas se constituyera<br />
la correspondiente Comisión, para que se coordinaran por ramas y para que éstas<br />
formaran las Interramas. Pero ello no significa que se nos dieran facilidades, ni mucho<br />
menos. Por ejemplo, había un serio problema para encontrar dónde reunirse. Recuerdo<br />
que en Madrid conseguimos que con la excusa de seguir la negociación de algún convenio<br />
provincial fuéramos al sindicato a que nos informaran. El metal lo hacíamos el miércoles,<br />
pero no fueron demasiadas las veces que pudimos hacerlo. En términos literales, intentaron<br />
echarnos a patadas. Y como las provocaciones de los falangistas auguraban males mayores,<br />
optamos por peregrinar de un lado para otro. Iglesias, descampados y algún que otro<br />
centro social nos sirvieron de cobijo para aquellas coordinadoras.<br />
Lo curioso era que, al mismo tiempo, persistía el interés de algunas personalidades del<br />
Régimen por tantear lo que aquel movimiento podría dar de sí. Tuvimos reuniones con<br />
el delegado nacional de sindicatos, José Solís, realizada, por cierto, en la sede de una aso-<br />
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