publicación - CCOO
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ORIGEN Y ASCENSO DE LA COMISIONES OBRERAS BAJO EL FRANQUISMO<br />
productiva implicó una reorganización social en la medida en que supuso una nueva experiencia<br />
y produjo nuevos mecanismos de relación a partir del vínculo del trabajo (Babiano,<br />
1995).<br />
Sería sobre todo en las grandes compañías y en las zonas industriales del país donde a<br />
partir de 1952 y 1953 comenzaron a emerger comisiones de trabajadores que expresaban<br />
reivindicaciones elementales sobre sus salarios y condiciones laborales (la dotación de ropa<br />
de trabajo o el simple arreglo de unos cristales rotos por los que entraba frío en el taller, por<br />
ejemplo). A veces lo que se reclamaba no era sino el cumplimiento de algunas garantías<br />
establecidas en la propia legislación franquista y que los propios patronos escamoteaban.<br />
En general, el marco de su actuación se reducía al ámbito del taller o como máximo del centro<br />
de trabajo, si exceptuamos la Comisión Provincial del Metal que se configuró momentáneamente<br />
en la primavera de 1956 con ocasión de la huelga del sector en Vizcaya. Además,<br />
una vez hecha la gestión para la que se constituían e independientemente de los resultados<br />
obtenidos, estas comisiones solían disolverse.<br />
En estos años, más que en una comisión formalmente elegida en asamblea, debemos<br />
pensar en un grupo compuesto por aquellos trabajadores que, con la aquiescencia de sus<br />
compañeros, estaban dispuestos a correr el riesgo de desafiar al patrón subiendo a las oficinas<br />
a plantear sus quejas o de presentarse en los locales del sindicato vertical para hacer llegar<br />
sus reclamaciones a los burócratas.<br />
De manera sistemática, entre los trabajadores que configuraban la comisión había militantes.<br />
En su mayoría se trataba de militantes jóvenes del Partido Comunista, cuya militancia<br />
no estaba fundamentalmente ligada a la Guerra Civil o a la experiencia guerrillera<br />
clausurada a comienzos de los años cincuenta. También participaban militantes de las<br />
organizaciones de la Acción Católica (la HOAC y la JOC), cuyo compromiso cristiano les<br />
llevaba a implicarse en los problemas del mundo del trabajo (Babiano, 1995b).<br />
Por otro lado, las elecciones convocadas por los sindicatos verticales para jurados de<br />
empresa, que tendrían lugar por primera vez en 1953 y 1954, brindaron la ocasión para<br />
tratar de organizar candidaturas alternativas a las presentadas por las empresas y los burócratas<br />
de la Organización Sindical. El proceso de constitución de estas candidaturas alternativas<br />
sirvió también para agrupar comisiones de trabajadores. De hecho, en las elecciones<br />
sindicales de los años sesenta, celebradas en 1960, 1963 y 1966, estos procesos se extenderían,<br />
de manera que, sobre todo en 1966, muchos enlaces y jurados fueron hombres y<br />
mujeres de Comisiones Obreras. Así, el aparato institucional de la dictadura ofreció una<br />
oportunidad para actuar de una manera legal desde los puestos obtenidos en las elecciones.<br />
Paralelamente, en 1958, el régimen aprobó una ley de convenios colectivos. Si hasta<br />
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