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publicación - CCOO

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ciación que él presidía, cuya finalidad era «la defensa de la Civilización Occidental».<br />

Todo un símbolo de las preocupaciones en curso. También hubo un encuentro con el<br />

entonces ministro de Trabajo, Romeo Gorría, con el obispo Guerra Campos y algunos<br />

otros personajes, incluido el conocido e influyente director del diario «Pueblo», Emilio<br />

Romero.<br />

Aquella situación un tanto ambivalente acabó tras un debate interno en la sede de las<br />

Cortes franquistas, donde se discutió un informe presentado y ganado por los «duros», que<br />

a su vez determinó que pasáramos de ser considerados integrantes de asociaciones ilícitas a<br />

serlo de asociaciones subversivas.<br />

Se agudiza la represión<br />

JULIÁN ARIZA RICO<br />

Si en rigor no puede decirse que la represión dejara de se una constante, a partir de 1967<br />

pasó a ser más intensa y, sobre todo, más dura. Los procesos se encadenaban y las peticiones<br />

de condena pasaron en poco tiempo de serlo por unos meses a serlo por varios años.<br />

Aparte esta faceta de la represión, estaba la faceta laboral. Sólo en Madrid, entre 1967 y<br />

1971, despidieron a más de mil militantes sindicales.<br />

Fue desde entonces todo bastante cuesta arriba. Y el movimiento, lógicamente, se resintió.<br />

Pero, como antes apunté, aquello había echado raíces. Al lado incluso de debates sobre<br />

la viabilidad de aquella experiencia, saldados a favor de perseverar en su defensa, proseguían<br />

los conflictos laborales, la participación en las elecciones –1971 y 1975 – y la constatación<br />

de que el Régimen franquista hacía aguas por cada vez más partes. Si en 1970 los<br />

conflictos colectivos –así se los llamaba– fueron alrededor de 1.500 –cifras del Ministerio<br />

de Trabajo– en 1974 llegaron a 2.300 y pasaron un año después a 3.200.<br />

No sería justo ignorar que en aquella pelea participaron otros colectivos y organizaciones,<br />

entre las más significativas las que se habían desarrollado desde raíces cristianas ligadas<br />

al apostolado social. Pero, con diferencia, eran las Comisiones Obreras las que más<br />

carne echaban al asador.<br />

Y llegamos así hasta el inicio de la transición donde, como dije al principio, nuestro protagonismo<br />

se multiplicó. La consciencia de que habíamos sido el principal ariete de la<br />

acción de masas frente al franquismo y la comparación con lo que habían hecho otras fuerzas<br />

obreras, es posible que nos dificultara la comprensión de que, pese a todo, lo que movilizamos<br />

frente al franquismo y sus sindicatos verticales fue siempre una minoría de trabajadores,<br />

aunque fuese significativa. De ahí que tardásemos más de lo conveniente en comprender<br />

que no iba a realizarse el Congreso Sindical Constituyente que nos llevaría a la pre-<br />

GACETA58 SINDICAL

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