publicación - CCOO
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JOSÉ BABIANO<br />
la propia EPA, del 59,2 por ciento en 1964 hasta el 70 por ciento en 1975. Si decimos que<br />
esta clase obrera industrial era radicalmente nueva es porque procedía en gran parte de la<br />
expulsión de fuerza de trabajo de la agricultura. Se trataba de campesinos recientemente<br />
emigrados. Los datos en este sentido resultan espectaculares. Así, durante los años cincuenta<br />
y sesenta, mientras las zonas industriales incrementaron su población de manera<br />
radical (Madrid en algo más de 1 millón, Cataluña en casi 1,2 millones, el País Vasco en<br />
unos 408.000 y Valencia en 379.000), las zonas agrícolas experimentaron un proceso<br />
inverso (Andalucía perdió más de 1,4 millones de habitantes, las dos Castillas más de 1,5,<br />
Extremadura 553.000 y Galicia 456.000). Se ha calculado que sólo en los años sesenta<br />
cambiaron de residencia en España más de 5 millones de personas. Este proceso se completó<br />
con una emigración exterior cifrada en más de 2 millones de individuos que el mercado<br />
de trabajo español no pudo absorber, a pesar de la pujanza económica y que se dirigieron<br />
principalmente a Alemania, Francia y Suiza (Ródenas, 1994).<br />
De este modo comenzó a reconfigurarse la clase trabajadora, en la medida en que se fue<br />
ampliando progresivamente mediante la incorporación de una nueva mano de obra procedente<br />
de la emigración rural. Por esta razón carecía tanto de cualificación como de experiencia<br />
industrial. Pero además, por razones generacionales –puesto que la mayoría de estos<br />
nuevos trabajadores industriales habían emigrado en edades jóvenes para acceder al mercado<br />
laboral–, se habían socializado políticamente en el contexto de la dictadura franquista.<br />
En este sentido, en general, también eran ajenos a la experiencia sindical de los años<br />
treinta, por lo que, en el contexto de una severa represión, la continuidad de UGT y CNT<br />
se vio muy afectada. De hecho, con las últimas acciones de resistencia de los años cuarenta<br />
(huelgas en 1945 y 1946 en Cataluña y de 1947 en Vizcaya), el sindicalismo anterior a la<br />
Guerra Civil agotó definitivamente su ciclo vital.<br />
Volviendo a la reconfiguración de la clase trabajadora, debe añadirse que el proceso<br />
industrial se vertebró sobre la base de grandes compañías, incluidas las del sector público<br />
agrupadas en el INI, en las que tenía lugar una gran concentración de fuerza de trabajo.<br />
Estas grandes compañías industriales comenzaron en los años cincuenta un proceso de<br />
reorganización productiva que culminaría en la década siguiente y cuya referencia principal<br />
era el paradigma tayloriano. Quiere decirse que en ellas se introdujeron la división del<br />
trabajo, la medición de los tiempos y movimientos productivos, la producción en cadena<br />
y los perfiles profesionales rígidos. Este conjunto de dispositivos y el uso de máquinas<br />
herramientas especializadas constituían una respuesta para solventar los problemas derivados<br />
no sólo del crecimiento productivo sino también del hecho de que una gran masa de<br />
la población laboral careciese de cualificación y de tradición industrial. La reorganización<br />
GACETA32 SINDICAL