publicación - CCOO
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JOSÉ BABIANO<br />
tro o cinco años. Si hasta 1967 la represión había consistido en breves detenciones en comisaría<br />
o despidos, a partir de entonces tendrían lugar la desposesión masiva de cargos sindicales<br />
y sobre todo numerosas detenciones con los subsiguientes procesamientos, cuyo resultado<br />
eran condenas de varios años de cárcel para los cuadros y militantes de las Comisiones.<br />
Este nuevo tipo de represión se registrará entre 1967 y 1969 afectando a la práctica totalidad<br />
de las zonas industriales en las que se habían desarrollado las Comisiones: Barcelona,<br />
Madrid, Asturias, Vizcaya, Sevilla, Valencia, Vigo, Ferrol, etcétera. La presión represiva<br />
hizo que a menudo muchos de los dirigentes locales y regionales de mediados de los años<br />
sesenta quedaran al margen de la conducción del movimiento a finales de esa misma<br />
década, bien porque estaban encarcelados, habían sido despedidos de sus empresas o carecían<br />
de la palanca que representaban los cargos de enlace sindical o vocal jurado. Esto obligó<br />
a la incorporación de militantes más jóvenes a las direcciones de las Comisiones, lo que<br />
explicará en parte la mayor radicalización de los conflictos a partir de 1970.<br />
Justo en este contexto de debilitamiento producido por la represión comenzaron las<br />
polémicas internas. El debate principal giraba sobre el diferente balance que se realizaba en<br />
torno a la experiencia de mediados de los años sesenta y las consecuencias a extraer. Así, un<br />
sector de las Comisiones planteó en primer lugar que para evitar los golpes de la represión,<br />
debía operarse un giro hacia la clandestinidad. En segundo lugar, consideraba inadecuado<br />
volver a presentarse a futuras convocatorias de elecciones sindicales, argumentando la<br />
imposibilidad de ejercer cualquier acción sindical desde los puestos conquistados en el sindicato<br />
vertical. Ambas posiciones eran defendidas por los distintos grupos de extrema<br />
izquierda que por entonces comienzan a constituirse y que participan en las Comisiones.<br />
Sin embargo, la mayoría de los cuadros que militaban en el Partido Comunista serán<br />
partidarios de proseguir con los métodos hasta entonces experimentados: celebración de<br />
asambleas lo más abiertas posible, utilización de la negociación colectiva como palanca<br />
para la movilización, presentación de candidaturas en las elecciones sindicales para conquistar<br />
puestos en la estructura del sindicato vertical y, sobre todo, evitar volver a la clandestinidad.<br />
Esta posición quedará fijada en las tres Reuniones Generales que, con representantes<br />
de prácticamente todo el territorio español, se reúnen durante el bienio de 1968<br />
y 1969; es decir, en la III Reunión General, de julio de 1968, en la IV, que se celebró en la<br />
Semana Santa de 1969, y en la V, que tuvo lugar en noviembre de ese mismo año (Zamora<br />
Antón & Ibáñez, 1987).<br />
En las reuniones generales de 1968 y 1969 las Comisiones ratificarán su proyecto esbozado<br />
en 1966 de central sindical única. El camino hacia esa nueva central se perfilaría ahora<br />
a través de un congreso sindical constituyente organizado, al igual que se decía en 1966, a<br />
GACETA40 SINDICAL