publicación - CCOO
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COMISIONES OBRERAS Y LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA: UNA CONTRIBUCIÓN INFRAVALORADA<br />
tareas sindicales más importantes—la negociación de los convenios colectivos por ejemplo—<br />
exactamente igual que los afiliados. Y crea una disfunción entre las responsabilidades que<br />
se derivan de la alta tasa de representatividad y el sostenimiento de los sindicatos a cargo de<br />
una afiliación que es sensiblemente menor. Pero este problema no debería resolverse muti-<br />
lando la negociación de eficacia general, estableciendo convenio de eficacia limitada que<br />
discrimine a los trabajadores por su afiliación a un sindicato u otro, sino por otros medios.<br />
Además de las correcciones necesarias para equilibrar mejor las competencias entre el sin-<br />
dicato y los comités de empresa —que a su vez se nutren y sostienen gracias a los sindicatos—<br />
para que aparezca con más claridad ante los trabajadores el decisivo papel que juegan las<br />
centrales sindicales en la mejora de sus condiciones de vida y de trabajo, son también nece-<br />
sarias otras medidas institucionales que reconozcan tangiblemente la útil contribución<br />
social de los sindicatos y de paso se salden algunas deudas de las que son acreedores desde<br />
el inicio de la andadura democrática de España.<br />
En la mayoría de los países europeos se entendió la necesidad de tener sindicatos fuer-<br />
tes, como piezas fundamentales para la reconstrucción de la democracia en aquellos países<br />
tras la Segunda Guerra Mundial. Así, se les facilitaron generosamente los medios necesa-<br />
rios para su instalación y funcionamiento; con distintas fórmulas según los casos, también<br />
se establecieron mecanismos legales para la financiación complementaria de sus activida-<br />
des siguiendo el esquema utilizado para los partidos parlamentarios y participaron desde<br />
los primeros tiempos en la gestión efectiva de la Seguridad Social y de otros sistemas de pro-<br />
tección social, lo que supuso un impulso considerable de la afiliación sindical. Sin<br />
embargo, en España tras estar en primera línea de la lucha por la democracia se les dejó en<br />
segundo plano tras su reinstauración. La devolución del patrimonio sindical acumulado<br />
con la cuotas obligatorias al sindicato vertical se empezó a devolver muy tarde —con cuen-<br />
tagotas a partir de 1981— y aún no se ha zanjado —más del 70% de los bienes inmuebles del<br />
vertical se han quedado en el patrimonio de la Administración, y de todos los demás acti-<br />
vos, como la obra social por ejemplo, no se ha entregado nada a los sindicatos—. No existe<br />
nada que se le parezca a las vías de financiación de los partidos con representación parla-<br />
mentaria —tan sólo una partida presupuestaria que viene desde el Acuerdo Nacional para<br />
el Empleo de 1981, congelada en distintos períodos y ridícula cuantitativamente, aunque<br />
encima se aluda con frecuencia e insidiosamente a la financiación de los sindicatos con<br />
cargo al erario público—. Y la participación institucional en los organismos de la Seguridad<br />
Social u otras entidades no pasan de la simple formalidad sin capacidad efectiva de incidir<br />
en su funcionamiento.<br />
Más reveladora de la asimetría entre la aportación sindical a la consolidación de la<br />
GACETA 69 SINDICAL