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publicación - CCOO

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COMISIONES OBRERAS Y LA HUELGA: MODOS DE EMPLEO<br />

jadores como actos que logran hacer presente el conflicto desplazándolo del lugar donde se<br />

asienta, la empresa, y mostrarlo a la vida ciudadana cotidiana, a la normalidad de la ciudad.<br />

Son múltiples los ejemplos de esta necesidad de la repercusión ciudadana, y hay algunos<br />

muy recientes. La acampada durante seis largos meses de los trabajadores de SINTEL en el<br />

centro neurálgico de la vida de negocios de Madrid es el ejemplo posiblemente más conocido<br />

y valorado por su efectividad, aunque sea difícilmente repetible. Por lo demás, gran<br />

parte de la hostilidad represiva de los poderes económicos hacia el conflicto se traslada en<br />

forma de presión ante los poderes públicos para que éstos restrinjan e imposibiliten este<br />

tipo de acciones, porque exceden de la esfera privada de las relaciones económicas y ganan<br />

un espacio público que se quiere a toda costa y por todos los medios evitar. Y no es necesario<br />

resaltar que los poderes públicos asumen con gusto este papel represor con los muchos<br />

medios de que disponen.<br />

Pero también esta relación triangular está basada en la reconducción del conflicto a un<br />

territorio tal que la mediación del poder público pueda desbloquear posiciones enconadas<br />

y difíciles o en el que, más directamente, el contenido del conflicto desemboca necesariamente<br />

en una decisión política de alcance general. En muchas ocasiones esta politización<br />

se inscribe en una perspectiva estratégica del sindicato que requiere la intervención del<br />

Estado en las relaciones laborales, y se reconduce por tanto a los procesos de concertación<br />

social que originan reformas legislativas en materia de empleo, trabajo y protección social.<br />

En estos últimos supuestos, aunque aparezcan ante el gran público como enfrentados sólo<br />

dos, poder público y sindicatos, hay siempre un tercero presente, el empresariado, aunque<br />

sólo sea porque será en los lugares de trabajo donde se desarrollará el enfrentamiento<br />

básico, pero es también y principalmente un personaje decisivo en cómo se desenvuelven<br />

los procesos de concertación.<br />

En este terreno la historia española de estos veinticinco años ha conocido todas las experiencias<br />

de conflicto posibles. No es que, como señaló un cosmopolita dirigente socialista<br />

entonces en el gobierno, el movimiento obrero español actuara como los sindicatos peronistas<br />

argentinos, lo cual, dejando aparte el insulto a los sindicatos españoles, no tenía ninguna<br />

base real, sino que la conflictividad político-social desde la reconversión industrial de<br />

1984 hasta la huelga general de 1994 contra la reforma laboral de aquel año fue verdaderamente<br />

intensa. En sus comienzos, esta conflictividad desplegaba un proyecto sindical<br />

divergente y en oposición frecuente con el del otro sindicato más representativo de ámbito<br />

estatal, y por tanto marcaba una seña de identidad propia de CC.OO., además de suministrar<br />

un punto de referencia para los trabajadores y la ciudadanía social respecto de otra<br />

forma de regular los desajustes del sistema económico en los tiempos de la modernización<br />

GACETA207 SINDICAL

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