Officium Veneris - Telecable

16 de Diciembre
P or
la mañana tuve que dar una clase a un grupo que no es mío.
Mientras hablaba, pasaba mi mirada por el auditorio inusual,
y en una atmósfera de irrealidad onírica descubría aquí y allá lindos
destellos analizándome. Lo que pasaba por sus cabecitas se
reflejaba en los ojos. La vida y la muerte, la libertad y el azar, todos
los mundos posibles se intuían en las dulces miradas cargadas
de intensidad. Es muy difícil describirlo, pero fue una sensación
deliciosa.
A la una y media fui a buscar a Sofía al Centro y vinimos a comer
a casa. Está animada. Todo indica que su recuperación puede
ser rápida. La mentalización es lo más importante, y ahí estoy yo
por primera vez en mi vida haciendo de carácter fuerte para quitar
todas las sombras de su deliciosa cabecita. Ella ha asumido el papel
de ama de casa para el que fue educada, y se esfuerza en que
todo esté limpio y la comida me guste. No me quiere dejar entrar
en la cocina, pero yo le digo que esas cosas tenemos que hacerlas
a medias, y siempre termino a su lado de pinche, pelando patatas y
tratando de aprender algo mientras ella revuelve en las potas con
un largo trapo colgado de la cintura del mandil, transfigurada, derrochando
energía y decisión. Cuando se encuentra bien, sólo mirarla
mientras ve la televisión toda emocionada por una película
estúpida, mientras se ducha canturreando, es para mí un clímax de
dulzura. Estoy decidido a educarla. Sé que no se puede pasar directamente
de Julio Iglesias a Bach, pero seguiremos todos los pa -
sos intermedios.
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