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26 de Noviembre<br />
D ía<br />
blanco —sin sexo—. Reflexiono sobre mi vida sexual.<br />
Al principio eran lo que llaman mujeres decentes; es decir,<br />
lo que yo llamo putas caras. Entonces un buen polvo me costaba<br />
años de aburrimiento y frustración, y gastos ímprobos. Odioso.<br />
Después fueron putas normales. Fue la época del despertar, pero<br />
odiaba su pasión por mirar el reloj y contar las horas que pasaban;<br />
buenas profesionales que cobraban el precio justo; no fue mala<br />
época, pero yo quería tener amigas; un poco de amor puede ser<br />
agradable incluso en el sexo. Ahora, desde hace dos meses, busco<br />
en los bajos fondos, y tengo auténticas, entrañables amigas, que<br />
me duran un fin de semana.<br />
Me resulta difícil no pensar en Sofía, y pensando en ella, me<br />
resulta difícil no llorar. Pienso que una sociedad que no es capaz<br />
de acabar con este problema no merece tal nombre. Tengo la impresión<br />
de que toda la represión del narcotráfico que realiza esta<br />
sociedad es una comedia espantosa. Si ellas, unas crías bobas,<br />
encuentran siempre un camello para consumir droga todos los<br />
malditos días, ¿cómo es posible que el prodigioso y sofisticado<br />
aparato de la ley no sea capaz de encontrar a esos hijos de puta y<br />
quitarlos de la circulación? Sencillamente no entiendo nada, y<br />
todo, todo me huele muy mal. En cualquier caso, tomo una decisión:<br />
no más putas drogadictas. Yo he visto cómo mis billetes pasan<br />
inmediatamente a los camellos. Si no fuera por ese dinero<br />
fácil, ellas no se meterían esa mierda en el cuerpo, y estarían vivas;<br />
destrozadas, pero vivas.<br />
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