Officium Veneris - Telecable

íntimo y salvaje. Como un ritual descubro cada vez sus pechos de
chiquilla adelantada, su vientre, su culito; su cuerpo soberbio
tiene el calor de nuestro nido, el calor de nuestra vida compartida.
Beso su boca que sabe a Cola–Cao, y caigo en un abismo de
placer y dulzura, prisionero de sus ojos negros y el surco prodigioso
de su vientre. Es nuestro ritual diario; el eterno retorno del
éxtasis intemporal de nuestros cuerpos abrazados. Geografía familiar
y sublime a la vez. He ganado mucho, y no he perdido nada.
A veces hago asaltos a la pornoteca; recuerdo alguna escena excitante,
y me pongo a hojear una revista o ver un vídeo. Al principio
esto a ella le parecía raro. Ahora ya sabe que es otra experiencia
que podemos compartir —“¿Cuál de esas pollas te gusta más?”.
—“Esa”. —“¿Por qué?” —“No sé. Se parece a la tuya”. —“Jolín,
¡Qué guapa es esa chica!”. —“Sí, pero tus ojos son mucho más
guapos”. —“Mira como se corre este tío, ¿ por qué tú no te corres
nunca?”
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