Officium Veneris - Telecable

❧ AMOR Y SEXO
Paradiso. Con la mujer que nos acepta como realmente somos, y a
la que amamos como realmente es.
❧ no c h e.– Sofía ha llamado por teléfono a su tía, que estaba alarmada
después de tantos meses sin noticias de ella. La antigua Sofía
renace. Poco a poco veo aflorar gestos desconocidos. La nueva
Sofía es la vieja Sofía, la niña dulce y buena, pero es también mi
Sofía. Los meses malditos quedan como una isla cuyo único destino
es el olvido. Por la tarde, estaba bastante mustia, pero conseguí
animarla con un as que llevaba en la manga preparado desde
hace tiempo; le ofrecí ir a comprar ropa: “A ver, cielo, tú entiendes
más de eso, ¿qué necesitas?”. Le ilusionó, y comenzó una enumeración
terrible que me temo que ya tenía preparada. Compramos y
compramos. Nunca pensé que un sujetador pudiera costar tanto,
pero es cierto que sus tetas se lo merecen todo. Por la noche en
casa se probaba la ropa interior ante el espejo de nuestro dormitorio.
No podía resistirlo, busqué un canuto bien cargado que tenía
guardado en espera de alguna ocasión especial, y me lo fumé mirándola.
Sus gestos explicándome cómo deben unas braguitas entallar
el culito —así lo decía ella—, fueron una experiencia
cumbre. No podía soportar que aquello se terminara y le hacía
preguntas absurdas, apuraba el canuto y me volvía loco de lujuria.
Por fin despertó de su éxtasis trapil, vio la lubricidad de mis ojos
y trató de arreglarlo todo con gran dignidad, riñéndome por fumar
costo:
—Vaya, hombre, ahora empiezas tú.
—Te equivocas, nena, esto es sólo combustible para la hoguera
que vamos a encender aquí ahora.
—(Acercándose). Jolín eres insaciable.
—(Acariciándola). Es que esto no tiene perdón.
—Bueno. (Va a desabrocharse el sujetador).
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