Officium Veneris - Telecable

19 de Diciembre
Hoy por la mañana, mientras desayunábamos, la perspectiva
del polvo matutino me daba más miedo que otra cosa. Ya
no soy un chaval; y aunque Caperucita hace lo que puede, la pobre,
lo de estos días está siendo demasiado. ¡Qué lista es Sofía!
Cuando acabó de desayunar me dijo: “Anda ven, pero hoy tienes
que ser formal porque me duele un poco la barriga”. Aunque fingí
protestar un poco, recibí la noticia alborozado. Ella se acostó sobre
su lado derecho, y yo me puse en mi postura favorita, detrás de
ella, sintiendo el calor de toda su espalda —sensu lato—, y con
sus tetas y su vientre al alcance de mi mano. Se quedó dormida en
seguida. Yo, en mi posición privilegiada, sentía su calor y pensaba.
Pensaba que tengo más suerte que si fuera bueno, y que esto
tiene cuerda para rato. Pensaba que esta pareja no tiene nada que
ver con las anteriores que sufrí, y la diferencia está en que aquí por
primera vez me planteo la convivencia con una mujer solamente
como la convivencia con una mujer, y sin meter esta relación en
ninguna categoria a priori, sin que ello implique nada respecto al
resto del mundo. Estamos juntos porque queremos estar juntos, y
punto. Todo sería perfecto si Sofía también tuviese esta idea, pero
me temo que ella está formando una pareja de lo más normal. Pensaba
que esto es algo de lo que en algún momento tenemos que
hablar.
Tomé un café con Joaquín por la mañana, y su idea es que
mañana cenemos todos juntos en casa de Rosa y Cristina. Le he
dicho que tenía que hablarlo con Sofía, claro.
Saqué el tema por la tarde, aprovechando un momento en que
ella estaba de buen humor. Le conté la historia de Rosa y Cristina
con todos sus detalles. Sofía estaba asombrada, aunque no se escandalizó
demasiado. Dejé claro que ninguna de las dos me atrae
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