Officium Veneris - Telecable

30 de Noviembre
❧ Ma ñ a n a.– Domingo lluvioso. Solo en casa. Reflexiono sobre
crecimientos posibles para el germen que soy. Conocer a Sofía ha
despertado en mí el deseo de una sociedad próxima, íntima, basada
en una armoniosa combinación de sexo y amor, pero sin mitos
posesivos. Quiero gente, niños a mi alrededor, una especie de
familia que no sea una familia. Habría que encontrar mujeres a las
que follar y querer que no pensasen que su coño es algo valioso
que les puede resolver la vida, y hombres con los que convivir que
no crean que la posesión de un coño especial en exclusiva es lo
que dará sentido a su existencia. De cosas así se hablaba mucho
hace tiempo, en los psicodélicos 70 que viví en G.; entonces todos
los sueños parecían posibles, pero hoy no creo que quede nadie
que no haya formado parejas más o menos lamentables. El panorama
es desolador.
De repente me acuerdo de Sebas. Es compañero del bachiller,
pero cuando yo todavía hacía visitas al Santísimo y rezaba por las
noches, él ya predicaba la anarquía y el amor libre —predicaba,
que no practicaba; gordo, descuidado, nunca tuvo éxito con las
mujeres—. Lo último que sé de él es que colaboraba irregularmente
en algunas revistas y escribía panfletos impublicables. Vivía
en una pequeña buhardilla en G. Creo que tengo su teléfono.
❧ no c h e.– He pasado la tarde con Sebas en G. Me recibió cariñoso,
como siempre. Vive solo y pasa de las mujeres —es un solitario
incorruptible—; unos pocos vídeos porno y relaciones
esporádicas con putas satisfacen su escasa libido. Su preocupación
es sacar unas oposiciones que prepara —no sé muy bien a
qué—, comprarse un velero y navegar —el mar es el único y ob-
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