Officium Veneris - Telecable

sobrepasan el glande, superan el prepucio, 30
prosiguen hacia arriba, y acaban derrotadas
junto a la comisura de los labios mayores
como olas cristalinas que mueren en la arena;
tus ninfas son así, emparedan el clítoris,
aunque algunos repliegues lo busquen hacia dentro 35
cruzando la pared interna delicados.
¡Qué tímido tu clítoris al fondo de la zanja!
Me gusta descender besando con mi lengua
la recta comisura, detenerme en el triángulo
donde brota el dorado torrente de tu orín, 40
hontanar delicioso de la mágica gruta;
aunque laurel es sólo, que me dejes ver esto,
de días señalados, y siempre te avergüenza
que a mí me guste tanto “una cosa tan sucia”.
Yo dejo que mi polla refute el argumento 45
asaltando la boca tallada para ella
al fondo de tu antro, que se abre acogedora;
sus dientes me reciben como mastines fieles
que halagan a su dueño, y tus gestos demuestran
que mi premisa vence y tú también disfrutas 50
extrañas emociones con esta “cochinada”.
Argumento “a fortiori” que te va derrumbando
mientras mi ariete loco acelera su ritmo.
Prueba definitiva cuando gimes inerme
implorándome algo que ni tú misma sabes 55
qué es; repites: “¡No!”, el último vestigio
de tu vocabulario que sobrevive a todo,
resistencia final, tozuda y numantina
cuando ya queda poco en pie de tus murallas.
¡Tu boca dice no mientras toda te entregas! 60
Son tus faldas a cuadros, que siguen enjaulando
las mariposas locas de tu gozo hasta el mismo
final, cuando la lefa rubrica estremecida
la más hermosa H que un mortal aspirara.
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