Officium Veneris - Telecable

❧ BESTIALISMO
Hoy he mantenido relaciones sexuales —incompletas— con una
mosca. Después de comer, para aprovechar el delicioso sol que
hacía, me despeloté y me tumbé en una hamaca en la terraza. Este
sol invernal es algo delicioso; por lo suave, por lo que se hace de
rogar, por lo inesperado. Pensaba abstraído en mis cosas, cuando
una mosca apareció por allí y debió sentir alguna atracción especial
por mis partes, porque se puso a recorrerlas y revolotear alrededor
de ellas entusiasmada. Por su parte no hubo —que se
sepa— voluptuosidad alguna, pero a mí el cosquilleo me hizo
trempar como un monaguillo, —uso este símil porque cuando era
niño y ayudaba a misa en un colegio de monjas, las boquitas de las
niñas abriéndose y sacando la lengua para recibir el pan eucarístico,
me regalaron las mejores erecciones de mi vida—. Mi mente
se revelaba contra mi méntula, llamándola asquerosa, pero debo
reconocer también, que imaginaba la compleja anatomía del artrópodo
que me estaba homenajeando, y si bien no me resultaba
provocadora, sí la veía, sin embargo, bastante imponente; son muchos
millones de años de evolución diseñando una criatura complejísima,
como para tomárselos a broma. Luego la mosca se
marchó, y puestos a ser sinceros, tengo que reconocer que el calorcillo
del sol, y un ligero virujillo que soplaba, tampoco eran del
todo indiferentes a mi pervertida sabandija. Mi conclusión fue que
mi pene es una especie de antena capaz de captar sutiles mensajes
de placer de los planetas más inesperados. Parece ser que su religión
es la voluptuosidad hacia todas las criaturas, que debe ser
una forma pervertida y extremista de budismo.
En este momento anochece mientras espero a Joaquín y compañía.
A lo largo de la tarde se ha ido apoderando de mí una extraña
preocupación. ¿Quién será esa misteriosa pintora? Estoy
nervioso. Ante estas entrevistas siento una angustia vieja, como si
me fueran a poner a prueba, como si tuviera que pasar un examen.
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