You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
levantó sus piernas y las abrió. Aquella desnudez gloriosa me<br />
acabó de emborrachar; ¡Qué pedazo de hembra! Puesto de rodillas,<br />
jugué un rato con su peluche negro, y empecé a penetrarla<br />
muy despacio. A pesar del alcohol, tuve reflejos para intentar<br />
darle un buen orgasmo, y me dediqué obsesivamente con mi pulgar<br />
derecho a descapullar su clítoris, gordo y rosado, que culminaba<br />
unos pétalos tostados y menudos. Mientras tanto, mi mano<br />
izquierda recorría todo su cuerpo, tanteaba la sólida popa colgada<br />
en el borde de la repisa con su esfínter apretado, recogía y<br />
amasaba las grandes catalinas que descolgaban hacia los lados<br />
sus pezones morenos. En aquel momento amaneció; los primeros<br />
destellos del nuevo día surgieron de improviso sobre una cumbre<br />
a lo lejos. No he olvidado el cielo limpio, el aire fresco de la mañana<br />
ni el murmullo del mar, pero allí abajo ocurrían más cosas<br />
memorables; los primeros rayos de sol iluminaban la increíble<br />
unión de nuestros meaderos, la danza ritual de mi vástago empapado<br />
y brillante, enhebrándose en un coño divino, prisionero de<br />
las alas oscuras que se abrazaban a él a cada envite. Ella gemía,<br />
y estaba completamente absorta en su placer, pero de repente empezó<br />
a gritar con fuerza: “Manolo, Manolo”. Aquello me cortó<br />
completamente; dejé de bombear, me incliné aturdido sobre ella y<br />
le pregunté: —“¿Quién es Manolo, cielo?”. Respondió mirándome<br />
excitada y desafiante, como si despertara de un sueño:<br />
—“Mi novio que está en la mili”. Quedé unos segundos sin saber<br />
qué hacer. Me apetecía pegarle, pero me contuve y sencillamente<br />
me aparté de ella. Estaba horrorizado; pensaba en aquel pobre<br />
chaval que podía estar en aquel momento haciendo guardia en<br />
una garita maloliente mientras aquella cerda rabeaba conmigo.<br />
Me vestí y me fui. No quise mirar para atrás. Cuanto más pensaba<br />
en esta extraña experiencia, más claro veía aparecer dimensiones<br />
oscuras en el placer de la mujer, un deseo animal que en nada se<br />
diferenciaba, en cuanto a intensidad, del que yo podía sentir. Esta<br />
simetría era natural, pero sus consecuencias eran terribles. Mi de-<br />
26