Officium Veneris - Telecable

21 de Diciembre
Del hiato en la narración, parece deducirse que hay muchas
cosas que contar, y de veras las hay. Ayer por la mañana
estuvimos tranquilos en casa. Escuchamos música juntos —ya
estamos en los Beatles. El progreso es rapidísimo. Luego irá Schubert,
que con su historia triste es un clásico bueno para empezar,
Vivaldi,… Espero llegar al primer movimiento del tercer concierto
de Brandenburgo de Bach en unos pocos meses—. Comimos
en la terraza aprovechando que hacía sol. Por la tarde, después
de la siesta vimos el vídeo de Doctor Zhivago —aquí también
avanzamos, el equipo A empieza a parecerle un poco infantil—.
Sofía empezó en seguida a ponerse sus mejores galas toda preocupada
y preguntándome el efecto de cada trapo que se ponía. A las
siete le tenía una sorpresa guardada; estaba en el cuarto de baño
peinándose. “¿A qué no sabes lo que pasó hace ahora justo una
semana? ¿No te imaginas quién me llamó por teléfono?” Me
abrazó emocionada, y le di el regalo que le tenía preparado, una
sortija preciosa con un brillante pequeñín. Se la puso toda orgullosa
en el dedo. “Pero no te creas que esto es jauja. Ya no celebraremos
más cumplesemanas, ahora hay que esperar al primer
cumplemeses”.
Joaquín vino a buscarnos a las ocho, y creo que se cayeron
bien desde el principio, aunque son dos personas que es difícil que
caigan mal a nadie. Joaquín supo romper el hielo y ganársela con
frases como: “Ya tenía ganas de conocerte, porque este no sabe
nada más que hablarme de ti”. “Has conseguido algo que creía
imposible, sabes. Hacer que este formalice es un milagro, aunque
ahora conociéndote ya lo comprendo todo”. Sofía sólo sabía sonreir,
tímida y satisfecha. En seguida fuimos a casa de Rosa y Cristina.
Entre ellas y Sofía también hubo buena química desde el
130