Officium Veneris - Telecable

—Pero, por favor, ¿tú sabes a lo que se dedica? ¿Tú sabes
cómo es él en realidad? Tenías que ver muchas cosas allí. ¿No
veías nada que te hiciera pensar? (Trato de parecer enfadado con
ella. Pero, viendo sus ojos apostaría ya por su inocencia, por su
amor, quisiera un motivo para correr y abrazarla ya).
—(Está nerviosa, y parece como si fuera a romper a llorar. Lo
que dice es muy duro para ella). Sí, empecé a ver cosas. Hice preguntas.
Las respuestas eran contradictorias. Estaba muy confusa.
Entonces pensé que lo mejor era cerrar los ojos y no pensar. No
veía otra salida. Tratar de escapar construyendo mi propia vida.
—¿Por qué no lo hiciste?
—Entonces fue cuando Juan me propuso esto. Cuando él me
lo dijo, yo sufrí mucho. Soy incapaz de hacerlo con cualquiera,
¿entiendes?; entonces, él me habló muy bien de ti, eras como una
especie de superhombre. Yo sentí curiosidad, y además, él me lo
pidió de una forma que no supe decirle que no. Él era todo para
mí. Me contó una historia extraña. El conocía tus costumbres y tu
forma de ser. Sabía mucho de ti, pero no sé cómo llegó a saberlo.
—Yo sí lo sé. Sé quien le pasó la información.
—Bueno, eso no me importa. Tú pertenecías a un grupo extraño,
no quiso explicarme mucho, pero me dijo que si yo conseguía
ser tu mujer, yo tendría acceso a una información que a él le
sería muy útil. Eso me dijo.
—¿Y tú le creíste? (me doy cuenta que al admitir que el objetivo
era el matrimonio está desenmascarando el meollo del asunto.
¿Es todo lo que dice verdad, entonces?).
—No sabía qué pensar. Tenía curiosidad por conocerte. Me
pareció que era escapar de la rutina de Madrid, y lo tomé como un
juego. A mí siempre ma ha gustado mucho interpretar.
—No, hay que reconocer que tienes una gran habilidad para
ello.
— Te pusimos el cebo y caíste. No fue difícil.
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