Officium Veneris - Telecable

❧ EL BALANO
Las mariposas también lo hacen. Poco a poco, todas las niñas de la
pandilla nos fuimos iniciando en los misterios de la vida. Por supuesto
que intercambiábamos información. No hay que fiarse;
unas chiquillas angelicales pueden estar hablando en el patio de
un colegio de las cosas gordas que tienen sus novios, y del gustísimo
que les da cuando se las ponen en sus rajitas. Elena era la
más retrasada, y siempre estaba intentando poner la oreja cuando
hablábamos de esto, pero nos tenía fritas con sus aires de superioridad,
y nadie le decía nada. Cuando empezó a salir con Juan, un
hermano de Olga, se puso más insoportable todavía. Entonces,
Olga hizo un plan, y un día que estábamos hablando y se acercó
Elena, seguimos hablando.
—¿Y tú se lo quitaste?
—Claro. Si no, puede hacerte muchísimo daño. Son todos
unos frescos.
— Pues un día Pedro se puso uno gordísimo y no se lo quería
quitar, pero se lo quité yo.
—¿Cómo?
—Desenroscándolo.
—Y, ¿dónde los compran?
—En las tiendas esas que venden guarrerías
—¿Las sex–shops?
—Eso.
—¿De qué estáis hablando?
—De lo brutos que son los chicos. Ya vas a ver tú con Juan.
—Pero, ¿qué hacen?
—Pues para cuando estás con ellos se ponen en la punta de su
cosa un cacharro de goma muy gordo para hacerte daño y que parezca
que la tienen más grande cuando te la ponen en la rajita.
—Y vosotras, ¿qué hacéis?
—No vale de nada discutir. Lo mejor es que se lo quites tú.
—¿Cómo? ¿desenroscándolo?
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