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Officium Veneris - Telecable

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principio. Nos enseñaron su casa, un chalet adosado precioso en<br />

las afueras de O. con una hermosa vista sobre la sierra. Aquí todo<br />

giró sobre cuestiones de decoración. Rosa lo enseñaba todo satisfecha,<br />

y daba sugerencias para nuestra casa que está todavía a<br />

medio poner. Sofía resultó ser una experta en temas de decoración.<br />

“Ves, una mesa como esta es lo que te había dicho yo que<br />

necesitamos para la terraza”.<br />

En el ático está el estudio de Rosa. Cuadros colgados, cuadros<br />

apoyados en las paredes, cuadros en caballetes; paisajes, desnudos<br />

femeninos, algunas perspectivas de nuestra ciudad. Tiene un estilo<br />

impresionista, de trazos insinuantes; le gustan los colores cálidos<br />

y puros. Es una gran artista. Sofía estaba entusiasmada, y venció<br />

su timidez para hacer algunos comentarios muy elogiosos que<br />

encantaron a Rosa.<br />

Nos sentamos a tomar una copa, y mi habitual pasividad en<br />

estas situaciones me permitió analizar un poco las relaciones entre<br />

los que estábamos allí. Rosa y Cristina se quieren; es una relación<br />

vieja e intensa que parece irrompible. Joaquín intenta desesperadamente<br />

llamar la atención de Cristina, y Rosa observa esto condescendiente;<br />

conoce a Cristina, y sabe que él es sólo una<br />

distracción para ella; les deja hacer. Mientras tanto observé que<br />

Rosa mostraba un gran interés por Sofía, que resistía el castigo<br />

con un savoir faire que no había imaginado en mi tímida chiquilla.<br />

Así estaban las cosas cuando pasamos al comedor.<br />

Después de una cena deliciosa, volvimos al salón a tomar unas<br />

copas. Para ver el vídeo de sus vacaciones en Turquía, que habíamos<br />

dicho que teníamos que ver cuando estuvieron en mi casa, se<br />

sentaron juntos Joaquín y Cristina en un sofá, mientras en otro<br />

Rosa y yo rodeábamos a Sofía. Rosa manejaba el mando, y parecía<br />

contar la historia sólo para Sofía, que estaba encantada de su<br />

protagonismo. Yo acariciaba su mano, y ella se partía de risa con<br />

las peripecias de Rosa discutiendo con un chiquillo que intentaba<br />

venderle algo en la puerta del palacio de Topkapi, en Estambul.<br />

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