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Officium Veneris - Telecable

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que yo casi no llego para tocármelo. Anda Sofía, tú que tienes los<br />

dedos más largos, mira a ver…”<br />

Ya no nos reíamos. Nos había entrado como una preocupación<br />

rara. Yo le metí un dedo por la vagina tímidamente; me excitaba<br />

muchísimo. “No, boba, mete dos dedos. Así…”. Y hacía un movimiento<br />

indicándome. Dos dedos entraban justito. Era un tacto cálido<br />

y sedoso que me gustaba. Ella y yo ya habíamos practicado<br />

aquel juego. “No ves un bulto al final por la parte de arriba”. Hurgué<br />

más, y aunque no llegaba hasta el fondo, me pareció que había<br />

un bulto que sobresalía. Olga me dijo toda preocupada. “¿A que<br />

tiene un agujerito en el medio?”. Palpé con cuidado; casi no llegaba,<br />

pero en medio del bulto me pareció que había una especie<br />

de surco pequeño atravesado. Se lo dije y se puso toda preocupada.<br />

—“¡Ay, mamina! Van a tener que operarme para cerrarlo”.<br />

—“Pero, chica, eso debe ser normal. Es el agujero para comunicar<br />

el útero y la vagina”. —“Pues a mí me parece que no, ¿a que vosotras<br />

no lo tenéis?”<br />

Es lo que estaba buscando la muy golfa. Pero nosotras estábamos<br />

tan excitadas que sólo queríamos una disculpa para desmelenarnos.<br />

Primero me desnudé yo y, todas por turno, lubricando los<br />

dedos con saliva, comprobaron a duras penas que yo también tenía<br />

el dichoso agujerito. Al final ya no hacía falta la saliva. “Ah,<br />

pues sí, debe ser normal”, dijo Olga más tranquila. Sandrina, que<br />

tenía los dedos cortos decía que ella no notaba nada. Aquel masaje<br />

me estaba poniendo cachondísima, pero me daba vergüenza decirlo.<br />

“Venga, vosotras dos, desnudaros, que vamos a ver si lo tenéis<br />

también”. Sandra y Silvia sólo necesitaban esta sugerencia<br />

para despelotarse.<br />

Mientras tanteaba en el canal de Silvia, Olga empezó a decir<br />

que se estaba poniendo a cien, y que quería correrse. Se puso a<br />

cuatro patas, y nos repartió trabajo a todas. Silvia la penetraba con<br />

los dedos; yo desde abajo, le acariciaba el clítoris, y Sandrina se<br />

dedicaba a frotar con fuerza la piel morena de alrededor del ano.<br />

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