09.05.2013 Views

Officium Veneris - Telecable

Officium Veneris - Telecable

Officium Veneris - Telecable

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

desde que nos conocimos. Pensarás que es una tontería, pero para<br />

mí es importante que lo sepas.<br />

—(Me mira extrañada). Cuéntame.<br />

—Mira, es una historia un poco vieja. El caso es que yo de<br />

pequeño solía pasar temporadas en Barcelona. Allí vivía cerca de<br />

la Estación de Francia, y pasaba muchas veces enfrente de ella.<br />

Recuerdo una vez que una chica alemana que acababa de llegar a<br />

la ciudad me preguntó en inglés por una dirección. Yo le expliqué<br />

lo que sabía lo mejor que pude, pero sólo tenía ojos para ella. Era<br />

rubia, de ojos azules. Me pareció el ser más espiritual y perfecto<br />

que había visto en mi vida. Pensarás que soy idiota, pero aunque<br />

no volví a ver a aquella chica, su recuerdo me obsesionó durante<br />

años. (La historia es verdad y se la cuento con el corazón en la<br />

mano. Ella parece notarlo, porque veo que me mira con simpatía).<br />

Julia, no sé que vas a pensar de mí, pero cuando te vi por primera<br />

vez en la piscina, me pareció que tú podías ser aquella chica. Tienes<br />

el mismo gesto dulce, los mismos ojos.<br />

—Yo nunca he estado en Barcelona.<br />

—Hubiera sido demasiada casualidad, pero de alguna forma<br />

al mirarte no puedo dejar de pensar que eres tú. Mis ojos, mi corazón<br />

me dice que eres tú. (Le cojo tímidamente una mano). Julia.<br />

Juraría que eras tú. (Le acaricio el rostro).<br />

—(Me mira tiernamente, y comprendo que está todo hecho).<br />

Eres un tonto… encantador.<br />

La besé, y aunque apenas respondió a mi beso, estaba convencido<br />

de que la cosa iba bien; empecé a acariciarla. Me di cuenta de<br />

que Sophie y Johann también se estaban besando en el sofá.<br />

Julia dejaba hacer y yo hice. Desabroché su camisa, y desnudé<br />

sus pechos por encima del sujetador. Se derramaron blancos como<br />

la leche, con venillas azuladas alrededor de las areolas de un rosa<br />

clarísimo. —“Tienes unos pechos preciosos”. —“Tenía. Los niños.<br />

Ya sabes…”. —“No. Son preciosos”. Le desabroché el sujetador.<br />

Colgaban levemente con los gruesos pezones erguidos. Me<br />

153

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!