Officium Veneris - Telecable

pero ello no va unido al deseo irrefrenable de poseerlos, de gozarlos;
me gustaría que su belleza fuese la raíz de una felicidad serena
y profunda como la que yo siento.
En otro orden de cosas, Joaquín hizo su mudanza ayer. Ya lo
tenemos en la puerta de enfrente de la escalera, y cada poco aparece
por aquí a dar la coña. “Oye, ¿tenéis una escalera?”. “Oye,
¿tenéis una broca de madera del siete?”. Estamos encantados. Le
he ayudado con el bricolaje, y por poco nos peleamos un par de
veces. “¡Pero agarra por ahí, hombre! No ves que se cae”. Exactamente
igual que cuando teníamos quince años.
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