Officium Veneris - Telecable

NOTA DEL AUTOR
Aprovecho la reimpresión de Officium Veneris para añadir
unas palabras a la nueva edición que aclaren algo el origen del libro
y sean también una pequeña crónica de estos primeros años de
andadura. Empezaré por agradecer los comentarios amables recibidos.
Entre ellos, los dos más queridos por mí son también bastante
peculiares. Un amigo se defendía de no adelantar en la
lectura confesando: “… todas las noches me pongo a leérselo a mi
mujer, pero no avanzamos nada…” El segundo procede de un
conspicuo habitante del actual Parnaso español, que decía en conversación
privada a José Luis García Martín: “No engañas a nadie.
Está claro que el libro lo has escrito tú, y además es de lo
mejor que has hecho”. Ante las protestas del acusado, que objetaba
lo impropio de que su pluma tratara tales temas, replicaba
inconmovible: “Tú tienes mucha imaginación…” Xuan Bello encontró
Officium Veneris musical y obsesivo, trascendido todo él
de un hondo lirismo, y Fernando Savater lo calificó de inspirado y
estimulante. Juan Eslava Galán aseguró haberlo leído con aprovechamiento,
y Pedro de Silva elogió la prosa del libro y sus descripciones
anatómicas. Ramiro Rodríguez Prada lo definió en un
endecasílabo certero y bellísimo como un manifiesto de “misticismo
pagano y libertario”. A todos ellos vaya desde aquí un saludo
agradecido que hago extensivo a los muchos que han pedido
acuciosos una segunda parte. A estos debo decirles, sin embargo,
que pasado ya algún tiempo sigo teniendo la impresión de que
sobre este tema he dicho todo lo que quería decir.
He corregido pequeñas erratas del texto de 1998, que por lo
demás permanece inalterado. Se me ocurren, eso sí, algunas aclaraciones.
Con respecto al diario, quisiera confirmar que, como han
señalado algunos lectores avisados, el leitmotiv de la cerditud de