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clase en el colegio de los jesuitas. Estudia después una brillante<br />
carrera que culmina con premio extraordinario. Es una máquina<br />
perfecta para resolver problemas en equipo y disfrutar haciéndolo,<br />
pero se ve obligado a competir por una plaza en la Universidad<br />
con seres no tan brillantes como él, pero mucho más astutos. Unos<br />
pocos años de ayudante son un infierno de bajezas, ruindades y<br />
zancadillas, del que escapa horrorizado preparando unas oposiciones<br />
de profesor de instituto. Tiene la sensación de que aquel triste<br />
lupanar universitario no tiene nada que ver con el conocimiento<br />
para el que él se siente vocacionalmente llamado; —su frase para<br />
definirlo era: “el partido se juega en otra parte”—. Salva del naufragio<br />
una insobornable avidez intelectual, que unida a su mal disimulada<br />
afición por las mujeres son las claves de su vida. Su<br />
historia sentimental es una larga serie de lamentables parejas que<br />
naufragaban inexorablemente en la rutina y el aburrimiento, hasta<br />
que hace cosa de un año empezó a ser cliente habitual de algunas<br />
casas de putas, pero esto ya lo hemos contado.<br />
Reflexionando ahora sobre nuestras historias, veo un cierto<br />
paralelismo. Los dos llevamos una vida “normal” hasta que nos<br />
encontramos con personas cuya vida incluye entre las actividades<br />
recomendables la depredación de otros seres humanos —esto creo<br />
que es el mal—. Los dos fuimos derrotados en nuestras batallas.<br />
Los dos hemos sobrevivido. Los dos esperamos ganar la guerra.<br />
Ella, saliendo de la droga. Yo, resolviendo esta complicada ecuación<br />
de mi vida, logrando ese conocimiento que siempre he buscado<br />
y que no se encuentra en las universidades, objetivo que<br />
persigo en estas líneas que dan forma a mi desconcierto, nocturnas<br />
y alevosas, impublicables y casi ilegibles.<br />
Cada día que pasa quiero más a Sofía. Necesitaba saber por<br />
qué me llamó. En este punto no soporto ninguna duda, y esta noche<br />
he sometido a la pobre a un auténtico interrogatorio del K.G.B.<br />
—¿Pero tú no veías que te estabas matando poco a poco?<br />
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