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ceen dulcemente sus tetitas y culitos. A pesar de eso, me tiene<br />
completamente comida la moral.<br />
Al anochecer, el cielo estaba completamente despejado, y sacamos<br />
el telescopio a la terraza. Los planetas sacaron sus mejores<br />
galas para saludar a mi nena. Venus y Marte bailaban su danza<br />
nupcial en el poniente. Nunca había visto Venus tan bien. Era un<br />
pequeño huso destellante. Mientras ella lo miraba y gritaba de júbilo,<br />
yo le abrazaba la cintura y la besaba en el cuello: “es una<br />
luna pequeñita y preciosa, como tú”; Marte a su lado era una pequeña<br />
esfera anaranjada. Júpiter al sur también estaba soberbio<br />
con tres satélites a un costado. Será aprensión mía, pero no recuerdo<br />
haber visto nunca tan bien las franjas de nubes ecuatoriales,<br />
y las manchas y bandas del hemisferio sur. Sofía seguía<br />
gritando alborozada; todo lo quería saber: “¿Y qué son esas manchas?”.<br />
Pero el mayor éxito fue el de Saturno, que comenzaba su<br />
recorrido por el cielo nocturno hacia el sudeste. Los tenues anillos<br />
rodeaban completamente la mole del planeta, achatada en los polos.<br />
Hacía mucho frío y Sofía estaba empezando a temblar, así que<br />
entramos adentro; allí completé la sesión de prácticas con una<br />
clase teórica sobre la estructura y evolución del Sistema Solar. Yo<br />
estaba lanzado, y a Sofía se le caía la baba: “Jolín, cuántas cosas<br />
sabes, cielo”.<br />
Al hilo de mi explicación a Sofía, por la noche escribí un texto<br />
que es una reflexión sobre las vidas paralelas de la Tierra y la<br />
Luna.<br />
❧ LAS DOS HERMANITAS<br />
La gente suele pensar que la Luna es hermosa. Ciertamente es<br />
un globo de luz en el cielo nocturno, tierno confidente de amantes,<br />
solitario farol sobre desiertos infinitos y mares sonámbulos que<br />
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