Officium Veneris - Telecable

22 de Diciembre
P or
la mañana temprano, estando solo en casa me sorprendió
una llamada de Sebas.
—Necesito que me dejes el ejemplar que tienes de la Historia
de G. de G H., el mío no lo encuentro.
—Bueno. Si tienes tiempo para dar un paseo por la playa, voy
ahora hasta ahí y te lo llevo; total aquí no estoy haciendo nada.
—Me parece perfecto. Pasa a recogerme por casa.
Mientras paseábamos por la playa, me preguntó por Sofía: “de
dónde has sacado a esa cría tan mona. ¿Sois novios, no?”. Yo
tengo una gran confianza con él, así que se lo conté todo tal cual.
Ya había notado que estaba tenso, pero eso es habitual en él que
tiene un carácter muy inestable; sin embargo en ese momento estaba
realmente sombrío, y le pregunté
—Chico, a ti te pasa algo —seguía mustio sin decir nada—.
¿Qué pasa? Cuéntame, conmigo tienes confianza, ¿o no?
—Mira, no quisiera hacerte daño, pero tengo algo que contarte.
—Pues dime.
—Yo conozco a esa chica. Hacía mucho que no la veía, pero
ayer la reconocí; sus ojos son inconfundibles. Ella es de M., ¿sabes?
Yo recordaba vagamente que en su familia había alguna historia
extraña. No sabía exactamente qué, pero el tema me
inquietaba, y para tener noticias recientes llamé por teléfono a un
amigo que era vecino suyo en M.; él me ha contado más detalles.
—Tienes que estar confundido, ella no es de M.
—Desgraciadamente no lo estoy. Todos los datos encajan. El
nombre es el mismo. Ella marchó de M. hace unos meses, y vive
con un hermano suyo que es un mal tipo, un tal Juan. Él estaba en
la cárcel, y cuando lo soltaron ella se fue con él.
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